Muchos son capaces de casi cualquier cosa por lograr un objetivo personal. Por ahí dicen que el interés tiene pies y es muy cierto; en ningún ámbito de la vida podemos librarnos de la competencia y de los personajes que, con hipocresías, quieren conseguir lo que sea.

¿Quién no conoce a un lamebotas? En la oficina, en el grupo de amigos o hasta en la misma familia. Siempre estaremos rodeados por ellos, no hay manera de escapar, pero sí hay forma de reconocerlos y para evitar malos ratos y repulsión innecesaria, se los describimos. En cuando detecten uno, huyan:

Cambian de opinión como de calzones:

Jamás sostienen su punto de vista. Prefieren seguir la corriente. Por lo general si habían dicho que algo les encantaba y todos opinan que es “naco”, entonces el lamebotas cambia de opinión inmediatamente.

Ejemplo: LB: “Amo la cumbia” (todos dicen “iuggg, es horrible”) LB contesta: “Ay, sí es cierto, es lo peor, dije eso para ver qué hacían”.

Ríen de cosas que nadie ríe:

Con tal de quedar bien con la persona a la que pretenden lamerle las botas son capaces de reír hasta del comentario más tonto del mundo. Lo peor es que exageran la risa y suena más falsa que una bolsa Channel en Tepito.

Ejemplo: Jefe oficinista maligno cuenta un chiste pésimo. LB contesta: “jaaaaa jaaa jaaa, ¡ese chiste no me lo sabía es buenísimo” (mientras que tu por dentro piensas: “Este chiste es más viejo que Matusalén, pfff”)

Le dan la vuelta a cualquier pregunta:

Esto es lo más desesperante de los lamebotas. Sea lo que sea que les preguntes, sus respuestas siempre serán evasivas. Imaginar que reconozcan un error, ni en sueños.

Ejemplo: El jefe le pregunta: “¿Hiciste lo que te encargué?” LB: “Este, sí, ya te lo mandé a tu mail, qué raro que no te llegó, le encargué a alguien más que te lo enviara, seguro fue su culpa”.

Son chismosos:

Su deporte favorito es el chisme: hablarlo, oírlo y hasta esparcirlo por ahí. Cuando conozcas a un lamebotas ten mucho cuidado de desahogarte con ellos, podrían meterte en graves problemas. Además, revisa atrás de la puerta, no vayan a estar ahí escondidos.

Ejemplo: Están dos personas platicando y el LB llega: “¿De qué están hablando?, cuéntenme, cuéntenme”.

Tratan de hacerse los graciosos:

Tienen la gracia de un simio, pero igual hacen el intento de caerle bien a quien les conviene. Sus comentarios, dizque chistosos, son como un taladro que entra por nuestros oídos directo al cerebro: completamente insoportables.

Ejemplo: Comenta una compañera que está embarazada. LB contesta: “Ojalá se parezca al papá porque si se parece a ti… (ríe a carcajadas). Tú piensas: “¿es en serio que dijo eso?”.

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Actúan emoción exagerada por cosas triviales:

Cualquier plan que el jefe proponga es festejado por el lamebotas. Al igual que si convocan a una junta de flojera, él finge estar preparadísimo y muy emocionado.

Ejemplo: “Amo estas juntas de tres horas, ¡que bueno que la organizó jefe!” (codea a un compañero).

Dejan que los demás hablen primero:

Les gusta analizar el terreno, por lo que reservan sus comentarios para después de escuchar todo lo que los demás dijeron. Si algún comentario es en contra del jefe, el lamebotas salta como chapulín para decir lo contrario. Así, de esa forma tan oportunista operan.

Ejemplo: Un compañero dice: “Deberíamos de mejorar tal y tal cosa”. LB: “Claro que no, mejor empieza tú por mejorar el tiempo que tardas en hacer las cosas, ¿verdad jefecito”. Tu piensas: “Ojalá y no existiera”.

Están al pendiente de todo lo que sucede:

No se les va una. Siempre saben todo sobre todos y primero que nadie. ¿Cómo le hacen? Quién sabe, pero por las dudas ten cuidado con dejar tu computadora sin clave. Podrían meterse hasta en tu Facebook.

Ejemplo: Podrías encontrarlo un día esculcando un cajón o viendo a través de una ventana de la sala de juntas.

Hasta lo que no comen les hace daño:

No podrás librarte de este espécimen, aunque no te metas con él en lo absoluto. Aun si no los atacas, ellos saltan a la defensa de su jefe en cualquier situación. Obvio para quedar bien porque en otras situaciones también echan pestes del jefe.

Ejemplo: El LB pregunta enfrente de toda la oficina: “¿Por qué faltaste ayer?, yo no te veo muy enfermo, eh”.

Cuentan muy poco sobre su vida personal:

Una de sus armas es saber mucho de los demás, pero que los demás sepan poco de ellos. En alguna fiesta de la empresa pueden ponerse borrachos y sacar el cobre. Ojalá y eso pasara con todos para desenmascararlos.

Ejemplo: Le preguntas: “¿Qué hiciste el fin de semana?”. LB contesta: “Nada, nada, tranquilo”.

Usan mucho las frases: “es broma” y “ah, verdad”:

Todo lo que digan, aunque sea verdad y ofensivo, lo ocultarán atrás de una supuesta broma. Es desquiciante esta situación porque al final del día, tú eres el loco por reaccionar tan mal ante una “pequeña bromita”.

Ejemplo: LB dice: “Te ves más gordito… ah ¿verdad? Te lo dije para ver qué hacías”.

No les importa ser ignorados:

Lo más penoso del caso. Un lamebotas es capaz de soportar humillaciones sin parar. Aguantan situaciones que cualquiera que tenga un poco de autoestima no aguantaría. ¡Qué oso!

Ejemplo: Van a un antro, están bailando en bolita cerrada, todo el mundo le da la espalda y él, con tal de estar ahí, hace como que no ve nada.