¿Quién de nosotros no se ha topado en el metro con alguno (o con todos) de los usuarios que a continuación les presentamos?

El que (sin serlo) se sienta en el lugar de ancianos, mujeres embarazadas y personas con capacidades diferentes

Eso es lo que mayoría de nosotros observamosa simple vista y no creemos estar equivocados. Hablamos de esos “hombres” que vemos desparramados en los asientos, igual que una bolsa de basura en el piso. Tal vez en realidad son mujeres con una fuerte carga de hormonas masculinas. Tal vez son personas que están viviendo la misma situación de la película de El curioso caso de Benjamin Button y que, aunque parezcan treintones, en realidad son ancianos cansados. O tal vez de verdad tienen un problema físico que les impide estar de pie. Lo curioso es que al bajar del vagón se van caminando como si nada.

El que se hace el dormido

Este tipo de usuario es el que más pulula en el STCM. Generalmente son hombres que durante todo el trayecto van despiertos pero que, cuando el vagón se queda sin asientos, y una mujer lo aborda, como por arte de magia les da una especie de narcolepsia que les hace caer en el más profundo de los sueños. Solamente quien va sentado a su lado y le dice que va a bajarpuede ser despertalos.

El que de verdad va dormido

Todos sabemos que andar en la calle arrastrando una desvelada marca diablo es horrible, de eso no hay queja. Pero también sabemos que una cosa es quedarse dormido e ir cabeceando y otra muy distinta es roncar como león o usar el hombro de la persona de al nuestro lado como almohada o –peor– como babero.

El morboso

¿Entre nuestras lectoras hay alguna que no haya sentido nunca la mirada fija y asquerosamente morbosa de un tipejo? De las cosas que las mujeres más detestan del metro es precisamente que cualquier persona, ya no solamente se eche un taco de ojo (que no se le niega a nadie), sino que busque fijamente cualquier detalle que les pueda dar chance de ver algo más: un botón de la blusa, un tirante del brasier, la media, la ropa interior que está usando… En fin, para estos morbosos hasta una mujer dándole pecho a su hij@ se vuelve perverso. Algún día hablaremos de esas madres nodrizas….

La top model

Todos los que ingenuamente pensábamos que las mujeres únicamente se arreglaban en el auto, descubrimos que las féminas tienen una rara necesidad de darse una manita de gato (pintarse uñas y labios, enchinarse pestañas, maquillarse, depilarse las cejas…) cada vez que están arriba de un vehículo en movimiento. El que sea.

El enojón

Siempre que nos subimos al metro hay un pasajero jetón. Ese que anda con cara de pitufo gruñón y que cuando vas caminando y lo topas de frente en lugar de moverse para no chocar contigo, te empuja con el hombro. Y por si eso no fuera poco, no es rara la ocasión en que eche pleito con otro usuario, solamente porque lo vio feo o lo tocó (como si en hora pico fuera posible evitar el contacto humano).

El farol

No es que pensemos que el metro es exclusivo para tal o cual tipo de persona, pero no pueden negar que hay mucha diferencia entre quien sube recién bañadito, a quien los usuarios agradecen por oler tan bien, y quien se sube con los pantalones doblados hasta la rodilla para presumir sus tenis o tatuajes, escuchando música a todo volumen con su celular (y que hacen eso solamente para llamar la atención).

Los amorosos

No lo decimos por quienes podrían ponerse a declamar el poema de Jaime Sabines, no, no. Lo decimos por los clásicos novios que durante todo el trayecto van hablando por el celular con su amorcito, osito, bebe, puchunguis, cariñito, peluchin, nenita, beba, amorss… Después de 5 minutos (o dos estaciones de metro, lo que ocurra primero) de escucharlos, y aunque en tu vida los hayas visto, terminas odiándolos.

Los arrimosos

Este caso es similar al morboso pero con la pequeña diferencia de que esta persona no solamente ve libidinosamente a las mujeres, sino que busca cualquier pretexto para aplicar el arrimón. Si está muy lleno el vagón, si van a bajar, si se van a acomodar, si se van a levantar, si van a estornudar, si van a hablar por teléfono, si van a pasar… Cualquier pretexto es bueno para estos cochinotes. Hay quienes no distinguen sexo y, pobres de ustedes, hombres de cabello largo.

Los estorbosos

Son esos que sin importarles lo mucho que molestan y estorban, se quedan ahí paradotes delante de las puertas del vagón y no dejan subir ni bajar a los demás pasajeros, ¡ahh! pero eso sí, a pesar de que durante todo el trayecto se la pasan estorbando a diestra y siniestra a todos los pasajeros, se ofenden cuando amablemente se les pide que dejen bajar o subir al vagón o cuando los empujan. Sí tanto quieren ir pegados a una ventana y sin que nadie los toque o les diga algo, pues mejor cómprense un carro o de perdida agarren taxi.