Los humanos somos una especie muy rara, llena de enigmas y placeres culposos. Amamos muchas cosas que no podríamos explicar, como de la manera opuesta, odiamos situaciones que requieran de nuestro esfuerzo o que fracturen nuestra comodidad. Y es que hay que aceptarlo, los humanos somos comodinos y, pocos son, los que disfrutan vivir cual esclavo haciendo el bien, sin mirar a quién.

Hicimos esta nota, precisamente, para clasificar esas situaciones que tanto odiamos. Los favores que, la pareja, la familia y los amigos suelen pedir como un “encarguito sencillo”, pero que, para nosotros, implica la flojera más grande del mundo.

1- “Me detienes el vaso, voy al baño”

El típico amigo o ligue que estando en el antro no es capaz de ir al baño con su propio vaso, entonces, decide que no pasa nada si te deja media hora como tonto parado deteniendo su bebida.
Lo peor, es que somos tan delicados que durante esa media hora no podemos pasarla bien, ni bailar, sólo estamos concentrados en lo malvibroso que nos parece estar como la estatua de la liberdad sosteniendo su antorcha.

2- “Me prestas el cargador de tu cel, me estoy quedando sin pila, ahorita vuelvo a conectar el tuyo”

Nuestro celular estaba feliz, llenándose de pila, en un rincón de nuestra casa, hasta que llega el amigo confianzudo y desconecta el teléfono, sin siquiera revisar qué carga lleva. Lo peor es que se justifica con un “ay es que el mío está a punto de apagarse”. Al cabo de dos horas, a tu amigo ya se le olvidó el asunto y no vuelven a conectar tu celular. ¡Qué molesto!

3- “¿Me bajas a ayudar con el súper?”

Sabemos que debemos de ayudar a las damas y a los papás, es más es un placer para nosotros. Pero no pueden negar que este favor llega a nuestras vidas en el momento más inoportuno del mundo. Justo, cuando acabas de llegar de trabajar: te quitas los zapatos, te pones cómodo, te echas en tu cama y prendes la televisión. Ahí, es el segundo exacto cuando tu celular suena y escuchas las palabras macabras diciendo: “¿me bajas a ayudar, anda por fis”. Ni modo que digas: “No, fíjate que estoy echando la flojera muy sabroso”. Ya te fregaste y tienes que ayudar.

4- “Al fin llegamos al Palacio de los Deportes, acompáñame al baño”

Tu banda favorita va dar un concierto. Tu, obvio llevas un mes planeando ir y, gracias a la vida, tu vejiga está mejor que nunca (jajaja, eso ya es exageración).
Bueno, el caso es que llegas feliz al Palacio de los Deportes, donde por cierto, las distancias por caminar no son cualquier cosa y, tu mejor amigo te pide que lo acompañes al baño “porque es entrada general y no se vayan a perder”. Así que no te queda otra opción más que acompañarlo y hacer la larga fila para entrar al baño. La pesadilla comienza cuando ese amigo hace pipí cada 20 minutos. ¡Ayudame dios!

5- “Hijito, hazme el favor de pagar el agua, el gas y el teléfono”

Ojala y todos los hijos tuviéramos un chip servicial integrado, así no nos costaría tanto hacerle favores a nuestros papás. Ellos son increíbles con nosotros, pero así se desvivan por nuestra felicidad, el hacer estos encarguitos nos pesa más que ir de rodillas a la Villa. ¿Será que tienen el tino perfecto para pedirlo justo el día que no podemos hacerlo?, quién sabe qué sea. Pero ir a formarte para pagar estas cosas, es lo peor. Mientras no tengamos un asistente personal nos pesará. No lo nieguen.

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6- “¿Me guardas esto en tu bolsa?”

Las mujeres saben de lo que hablo: que tengamos bolsa, no va de la mano con un letrero de “hola, soy una cargadera móvil andante”. No nos gusta que nuestras bolsas parezcan tamales retacados y, hasta procuramos llevar lo menos posible para que la carga se nos haga ligera. Así que, cuando una amiga sin bolsa o el novio quiere meter el celular, sus cigarros y, una que otra chunche en nuestras bolsas, para nosotros es una pesadilla. No lo pidan, lleven su propio itakate.

7- “Guey ya estoy pedo, dame un aventón a mi casa”

Esto sí que es lo más molesto de la vida. El amigo(a) que le vale las incomodidades que pueda causarte con tal de que lo lleves a su casa. -Oye compadre, te recuerdo que yo también ya eché una que otra copita, no me quiero arriesgar al alcoholimetro, ya no quiero manejar, no seas confianzudo y pide un maldito taxi-, eso es lo que quisiéramos contestar. Además tienen el descaro de tener carro propio y dejarlo estacionado en casa “porque ellos no se quieren arriegar a beber y manejar”. Entonces que tampoco nos arriesguen a nosotros, caray.

8- “Préstame unos zapatos”

Esta amiga tiene la desgracia de tener los pies iguales a los de Pedro Picapiedra, unos tamalones gigantescos que no hay zapatos que los resistan. Para nuestra desgracia, precisamente, esa amiga, es la que se atreve a pedirnos un par de zapatos prestados; ese favor acompañado de una frase como: “Tu calzas del cinco, yo del siete, pero no importa, seguro me quedan”. ¡Santa madre!, ¿qué nos está diciendo verdaderamente? ¿“haré de tus zapatos una chancla vieja y acabada, pero no importa”?.
Ahí es cuando uno lamenta no saber decir NO.

9- “Ayúdanos a hacer las cuentas del restaurante”

Se les ocurre a tus cuates organizar una velada en un restaurante medio caro, y piensas: “ay qué bien, iré un rato para relajarme”. Lo que no sabes es que esa noche alguien te pedirá que te hagas cargo de la cuenta cuando terminen. O sea que, serás el responsable de que el dinero cuadre con el total.
Quien pide el favor, sabe perfectamente que no es una tarea fácil. Esto implica poner de más, porque nunca falta el que se hace bien guey con el dinero, hasta que termines odiando a uno que otro porque se fueron sin pagar. Esto debería de ser ilegal, nadie debería cargar con eso.

10- “Bebé, ¿me traes otro chupe?”

La novia con cara de inocencia y bondad, pide este favor justo cuando está tu rola favorita en el antro. El ir por otro trago implicará media hora formado en una barra llena de gente, gastar y además, perderte tu canción predilecta. Cuando regreses con bebida en mano ella sólo dirá: “mil gracias, eres un amor” si es buena, si es mala dirá: “ay no, lo quería con muchos hielos, velo a cambiar”, y tu te tragarás el coraje y dirás: “sí mi amor, con gusto”, mientras que por dentro, será el único momento de tu vida en que desearás haber sido vieja para evitarte esos rollos.