Chilango

Orgullo por la lengua materna

Hoy se celebra el Día de la Lengua Materna. Conversamos con quienes han decidido cantar en lenguas indígenas que aún se hablan en México

Suenan los riffs y los beats. La voz emite palabras que parecen impronunciables, pero los ritmos están ahí, reconocibles. El rock y el rap han abanderado un movimiento que empezó hace 25 años, pero que en los últimos cinco ha ganado fuerza con un objetivo: cantar en lenguas indígenas que se hablan en el país para ponerlas en alto.

“El rock y el rap son géneros rebeldes: la juventud se identifica con ellos, los llevan a su vida cotidiana, por eso han crecido en la escena”, dice el poeta Karloz Atl, director del Centro Transdisciplinario Poesía y Trayecto, organización que ha impulsado el hip hop indígena en la ciudad.

En México se hablan 68 lenguas de acuerdo con el INEGI: 10 son aún comunes y alrededor de 40 están en riesgo de desaparecer.

“A los niños no se les enseña en sus casas por temor al rechazo, en las escuelas todo es en español, en los recreos ya no oyes el bullicio en lengua. Ya no interesa aprenderla”, cuenta Juan Manuel Sánchez, fundador de Rockercoatl, banda de rock en náhuatl que está por cumplir 18 años de existencia.

Cantar en lenguas indígenas es también luchar contra la tradición

Crecieron escuchando al Tri, Tex Tex, Rockdrigo González; también a The Doors y The Beatles. Lumaltok suena a blues, heavy metal y rock clásico. Dominaban más su lengua, el tzotzil, que el español, y eso los llevó a ponerle ritmo. Hoy es una de las decenas de bandas que decidieron cantar en lenguas indígenas. Sin embargo, en Zinacantán, Chiapas, el rock no era tan bien visto.

Zanate, vocalista, cuenta que en sus inicios tuvieron que hablar con el consejo de ancianos para pedir permiso y tocar con la banda: les dijeron que sí, pero al interior del pueblo la reacción no fue la que esperaban.

“Los jóvenes nos escuchan, piden nuestras canciones, pero en la comunidad hay algunas reservas porque nos salimos de lo tradicional: afuera las cosas son distintas, valoran los casi 10 años de trabajo. Nos gusta que la gente que no nos conoce se sorprenda al oírnos, que nos vean usando ropa tradicional y con rasgos indígenas”, dice.

Existe un problema con el esencialismo, explica Karloz Atl, poeta mestizo y gestor cultural. Mientras los jóvenes se están apropiando de su lengua, se convierten en artistas empoderados, rescatan las dinámicas de origen y las de migración, todo a partir del rescate de una lengua y de una manera de ver el mundo, por otra parte “los esencialistas aún piensan que queremos arrebatar algo que piensan único; queremos quitarle lo exótico a ser indígena”.

KJIMI Kjuarma significa “hola, hermano” en mazahua. Esa es la frase con la que se saludan y que le hizo sentido y dio nombre a la banda cuando sus tres integrantes llegaban a la Ciudad de México como ayudantes de albañilería, cargaban bultos de cemento a los 14 años y sentían que, al levantarlos del suelo, sus piernas se quebraban. Todo el tiempo hablaban español, pero al encontrarse con alguien de su comunidad se saludaban en lengua mazahua en un gesto cómplice.

Henri Cruz lo confirma: al interior de los pueblos es difícil hacer carrera. “Hay quienes no te dejan crecer, les molesta que salgas adelante. Hay algo que les hace sentir que si ellos no pueden, tú tampoco deberías poder; tenemos que luchar contra eso y los prejuicios de hacer música que rompe las reglas tradicionales”, dice el rapero.

Abrir espacios es otra dificultad: los músicos en lengua suelen difundir su trabajo en fiestas y festivales gubernamentales; en pocos casos se trata de eventos propios. “El conflicto que vemos es que cuando son eventos privados ponen trabas para pagar, se les hacen caros hasta los viáticos (son originarios del Estado de México) y a veces creen que basta con que nuestro nombre aparezca en el cartel, no se dan cuenta de que somos personas que comemos y nos transportamos”, cuenta.

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Música en peligro de extinción

A sus 22 años se ha impuesto una misión: difundir a través de la música una lengua en peligro de extinción. Alfredo Díaz, mejor conocido en el mundo del rap como Yune Va’a, es un joven estudiante de Ingeniería en Recursos Naturales y el único cantante en cuicateco.

Es un hablante que resiste. Creció en una casa donde se hablaba español, pero aprendió cuicateco para comunicarse con su abuelita. “Ella casi no hablaba español y me gustaba preguntarle, platicar. Ya no alcanzó a ver mi proyecto musical porque falleció, pero la gente del pueblo que me ha escuchado me apoya. Le he enseñado unos videos a mi abuelito y lo mira con ingenuidad, con sorpresa. No creía que se pudiera hacer música en cuicateco”, dice.

Alfredo es menudo, de ojos grandes y ligeramente rasgados. Su hablar es amable, cadencioso, transmite el orgullo por su lengua y por el pueblo en el que ya no le tocó crecer, pero que conoce por la historia familiar. Su música ha llegado a la radio en Nueva York y Argentina, y pide a la gente que se dé la oportunidad de escuchar las lenguas como lo hacen con otros idiomas.

Por el Día internacional de la lengua materna, el sábado 24 de febrero habrá una celebración en la Biblioteca de México (Tolsá 4, Centro), donde se presentarán poetas y músicos que sienten orgullo de cantar en lenguas indígenas, también  habrá talleres y degustación de comida de la Huasteca hidalguense. Consulta aquí la programación completa.