En la esquina de San Juan de Letrán (hoy Eje Central Lázaro Cárdenas) y Av. Juárez, hace menos de 100 años no estaba esa mole que hoy nos identifica como ciudad moderna: la Torre Latinoamericana.

En esa esquina, se inauguró en 1876 la pequeña cafetería La Ópera, propiedad de unas hermanas francesas, las Boulangeot, que querían recrear la atmósfera y decoración de las cafeterías y confiterías parisinas de la época y atender a los aficionados al bel canto que asistían a las funciones vespertinas del Teatro Nacional.

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La Ópera

Para las damas y caballeros mexicanos del siglo XIX, tan afrancesados por don Porfirio Díaz, que no escondía su francofilia, el lugar se convirtió en sitio de moda. Las hermanitas se hicieron famosas por su lugar a la francesa, en pleno corazón de la Ciudad de los Palacios.

Para 1895 era tal la cantidad de clientes, que las dueñas deciden cambiarlo de domicilio a un lugar más amplio, que es donde se halla desde entonces: 5 de Mayo num. 10 esquina con Filomeno Mata. Con esta mudanza, también se convierte en restaurante bar.

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La Ópera

Afortunadamente conservó la decoración Art Nouveau que lo sigue caracterizando, por lo que es un bar que uno no puede dejar de visitar cuando está en la Ciudad de México. Si eres chilango y no conoces el Bar La Ópera, no conoces la Ciudad de México.

Los muebles son de madera tallada con asientos tapizados en terciopelo rojo; lunas biseladas óleos en cada gabinetey una hermosa barra traída desde Nueva Orleáns. Los techos están barrocamente decorados y bañados con hoja de oro. El salón principal estuvo separado de otro más pequeño por un biombo, donde se atendía a las mujeres, que entraban por el acceso que daba a Filomeno Mata.

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La Ópera

Sus clientes más asiduos fueron el presidente Díaz y José Ives Limantour, el secretario de Hacienda, entre otras figuras del Porfiriato.

Cuenta la revolucionaria leyenda que Emiliano Zapata y Francisco Villa y sus huestes pasaron por aquí y que el Centauro del Norte, en un acceso, disparó su pistola e hizo un hueco en el techo… Que todavía se puede apreciar. Aunque los historiadores especialistas en Villa, concuerdan en que a este general no le gustaba el alcohol ni visitaba cantinas. Quizá ese boquete lo haya hecho algún borrachales a principios del siglo XX y alguien se lo atribuyó al impulsivo de Pancho Villa.

Si además de beber, quieres comer, las especialidades de la casa son los caracoles en salsa de chipotle, el chamorro a la gallega, la sopa de mariscos y la lengua a la veracruzana. De martes a domingo, hay un grupo de músicos que igual tocan valses porfirianos que boleros y danzones.

Por su salón ha pasado la crema y la nata de la intelectualidá y la política: Carlos Monsiváis y Carlos Fuentes; Gabo García Márquez y Octavio Paz; Diego Fernández de Cevallos y Jacobo Zabludovsky, por dar algunos nombres. Aunque no tienes que ser tan famoso para que los meseros te atiendan con su centenaria amabilidad.

Reserva en fin de semana, que siempre está lleno de nacionales y extranjeros que van a buscar la mítica bala incrustada en el techo. Esa que Villa nunca disparó.

Bar La Ópera

5 de Mayo num. 10 esq. Filomeno Mata.

Reservaciones 5512 8959