La infinitud es afín a Jorge Ayala Blanco. El decano del profesorado del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) tiene 50 años escribiendo sobre cine en suplementos culturales. Comenzó en el “México en la Cultura” del diario Novedades en 1963 y desde entonces no ha parado. En 1969, con la publicación de La aventura del cine mexicano, ya era un referente para analizar la condición de la cinematografía nacional.

Sólo tenía 27 años. Esa autoridad sin duda se la debe a sus comentarios mordaces e inmisericordes cargados de humor y de una búsqueda de un estilo literario pocas veces visto en el diarismo mexicano. “No me hago tonto: no hago crónica ni crítica, sino un ensayo literario”.

Ayala Blanco acaba de publicar El cine actual, estallidos genéricos (Cineteca Nacional), volumen con el que da continuidad al que bajo el subtítulo Verbos nucleares publicara el año pasado con la propia Cineteca. Y también publica con editorial Oceáno la Ilusión del Cine Mexicano.

Todos los días a las cinco de la mañana, Jorge Ayala Blanco se levanta, se pone los lentes de contacto, prende la computadora y escribe durantes tres horas seguidas. “Es cuando hay silencio y una serie de condiciones que para mí son fundamentales, ya me desayuno y me voy a trabajar: tengo que dar clases, hacer otras cosas o ver otro tipo de películas. Es una disciplina también ver películas”.

Y él construye esa disciplina. En un edificio en la colonia San Rafael tiene dos departamentos contiguos: en uno viven su esposa y su hija y en otro él convive con libreros atiborrados de discos de acetato, cedés, revistas y viejos ejemplares de libros. Ahí también está su computadora y la recámara donde ve películas. “¿Conoces la frase de Fassbinder: ‘La gente no puede vivir sola, pero tampoco puede vivir acompañada?’ Es cierta”, dice.

Para este hombre que ha estado demandado por daños patrimoniales debido a sus opiniones cinematográficas –“No es paranoia, me persiguen los paranoicos”–, “una película es como una caja de resonancia: resuena todo lo que soy, todo lo que me he planteado en mi vida. Para mí es apasionante ir a ver una película y despué sentarme a escribir de ella. Veo a los demás y me veo a mí mismo. Mi evolución como escritor y finalmente como ser humano está dada a través de los libros.”