Mueran cuentos de hadas. Mueran con sus toques infantiles, porque Hard Candy demostró que no hay nada más visceral que las fábulas medievales, y que sus alegorías con el mundo actual, son vigentes.

Una Caperucita Roja, menor de edad… por fin se va a vengar de un lobo, bajo el concepto de que sí, los depredadores existen en el mito y la realiad.

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