El origen

Por Josue Corro

No temas soñar con algo más grande, cariño.

Esta es la frase que se roba la película, no sólo por el
contexto escénico en la que aparece (Eames dispara una pistola de alto
calibre, en lugar de un pequeño revólver que utiliza Arthur. Los personajes se
explican más adelante), sino porque ésta es la idea que logra implantar el
director Christopher Nolan en nuestro cerebro: el cine debe atreverse a
imaginar mundos oníricos que sólo pueden tomar forma y sentido en 35mm, en imágenes
de una auténtica joya del cine contemporáneo.

Porque eso es Inception, una obra cinematográfica de culto,
que puede definir el tiempo y el espacio de una generación. Como lo hicieron 2001:
Odisea en el espacio, Blade Runner o Matrix… El Origen (su nombre en español)
posee esta fusión de la ciencia ficción con la duda existencial, y la
curiosidad humana de cuestionar su realidad. Sin embargo, a diferencia de estas
películas mencionadas (y no estoy comparándolas, ni digo que tengan el mismo legado a largo plazo), Inception tiene una particularidad que le resta puntos:
debes de verla dos veces para poder entenderla completamente.

La culpa es del guión que es demasiado ambicioso, lleno de
recovecos, historias paralelas y detalles que deben contemplarse más de una vez
para poder apreciarlos. Incluso, hablar sobre la trama o dar una sinopsis de la
historia –sin spoilers– es una misión complicada: Cobb y Arthur (Leonardo Di
Caprio y Joseph Gordon Levitt) son un par de agentes-ladrones especializados en
robar secretos de los sueños de sus victimas. Después un trabajo mal logrado,
son contratados por un empresario japonés (Ken Watanabe) para que penetren el subconsciente
de un joven heredero (Cillian Murphy), y en lugar de robar una idea, le
implementen una: que destruya el imperio industrial de su padre moribundo. Para
lograrlo, Cobb reúne  un equipo de
especialistas –típico en el cine de estafas, sólo recuerda El gran golpe, The
Italian Job o la serie de Ocean’s Eleven–: un arquitecto (Ellen Page), un
Falsificador" (Tom Hardy) y un "Químico" (Dileep Ralo).  Si el trabajo es exitoso, Cobb regresa a casa
con sus hijos. Otro cliché clásico de estos thrillers-de-robo: el líder de la
banda debe realizar un «último trabajo» para retirarse de la vida pecaminosa. Todo
marcha en orden, hasta que el pasado tempestuoso de Cobb se inmiscuye en el
trabajo: las visiones de su ex esposa, Mal (Marion Cotillard) sabotean el plan
y ponen en riesgo la vida de todos los integrantes del equipo. Sí además de
volarnos la mente, también hace que estalle nuestro corazón con esta historia
de amor, plagada de conexiones sentimentales que van más allá de los sueños.

¿Entendieron? No importa, porque Inception y el ritmo que
implementa Nolan, un especialista en relatar historias fragmentadas, y que
mezclan los tiempos narrativos, logra que la cinta dicte sus propias pausas y
fluya con naturalidad. Nolan es un cineasta que no conoce de las fechas de un
calendario y para quien el futuro es sólo parte de un pasado. En Memento, su
mejor cinta, comenzó a jugar con estas estructuras y ahora las lleva a su máxima
expresión.

Pero esta no es su única especialidad, pues a lo largo de
poco más de diez años, se ha caracterizado por ser un director de actores: Guy
Pearce, Hugo Jackman y  Christian Bale han
hallado bajo su ala, una forma pragmática y sencilla de interpetar hombres
atormentados que no sólo son creíbles, sino que generan empatía y humanidad. Esta
ocasión, Joseph Gordon Levitt, demuestra que tiene la capacidad de convertirse en
el nuevo go-to-guy de Hollywood con su mirada taciturna y una personalidad que
puede cargar el peso de un thriller (que ya había logrado en Brick... la cual si
no han visto, hagan el favor de rentarla, una película indie-suspenso entrañable), pero
también puede ser un futuro "héroe" del cine de acción. Pero quien se lleva la
película es Tom Hardy, un actor británico, que es la versión musculosa de
Robert Downey Jr: son una bomba de carisma y encanto; cada escena en la que
aparece con su cara con rasgos duros y una sonrisa contagiante, es una inyección
de adrenalina. Lástima que esto no pasa con Leonardo Di Caprio, quien tiene
esta capacidad innata para volver locas a las actrices con las que participa
(desde Revolutionary Road y La isla siniestra); además alguien dígale que ya
cambie su look, porque su pelo relamido y su barba de candado, son un deja vu
constante. Eso sí, no digo que sea mal actor, pero necesita renovar de aire, si
desea continuar con esta carrera que lentamente lo posiciona como un actor de época.

Ya que se toca el tema de los actores y personajes, hay dos comentarios que me
parecen de una fineza exquisita: el heredero se llama Robert Fischer, como una
leyenda del ajedrez; y la arquitecta Ariadne, igual que la mujer que en la
mitología griega, ayuda a Teseo a salir de del laberinto del Minotauro. Dos
detalles excelsos. Y hablando de detalles, la música de Hans Zimmer compuesta
por trombones que estallan metódica y mecánicamente, es visceral y conjuga un
ambiente de angustia y suspenso. Un score que si bien no es tan memorable como el Lux Aeterna, de Mantell (la "canción de Requiem), sí saldrás del cine imitando la tonada. Zimmer ya había logrado este efecto claustrofóbico en El aro, La caída del Halcón Negro y The Dark Knight, pero con estas composiciones, se supera y la música se vuelve un personaje más, otro estado del inconsciente que se debe explorar.

Sin embargo, y por más que diga que el guión merece un
estudio psiconalítico, lo que más llama la atención a priori de la película, es
este rumor de que Inception tiene efectos especiales nunca antes visto en la
historia. Falso… claro que Nolan juega, obsesivamente, con el trabajo de M.C. Escher
y podremos ver cómo transforma dimensionalmente las calles parisinas (esta secuencia hará que nunca vuelvas a ver a la capital francesa con los mismos ojos), y sí
también filma una pelea bajo un efecto inducido de "gravedad-cero"; pero no es
algo que no hayamos visto. Así que si vas en busca de detalles técnicos que
sean un parteaguas en la industria, Inception, no lo logró. Y no es porque no se lo propusiera, de hecho Nolan es de los pocos directores que evitan el uso de las CGI, en la medida posible. Es bueno que no se vaya a recordar Inception por sus logros técnicos, porque al igual que los sueños, lo que recuerdas es la sustancia, la historia, lo que viviste… y no si el escenario era digno de recordarlo.

Aunque sí tiene un mérito que puede entrar dentro de los
libros de hazañas fílmicas, y es lo que ha causado tanta expectativa y halagos
de la crítica (y me incluyo, claro): no habíamos visto un blockbuster con tanto
presupuesto y que fuera tan inteligente, propositivo y que te dejara sembrando
dudas y hablando de él durante días.El final abierto del film, sera´un tema de debate y teorías de varias sobremesas.

Parece que Nolan no sólo se empeña en reformar la manera en
que veíamos las cintas de historietas (Batman Begins, The Dark Knight), sino que
también pretende revolucionar el cine palomero del verano. Al parecer, él no
tuvo miedo de soñar con algo más grande… y ya lo consiguió.

 

A CONTINUACIÓN LOS CINES DONDE SÍ SE VA A EXHIBIR. Una lástima: