9 de septiembre 2021
Por: Alfonso Ortega Mantecón

Zombies a la mexicana: 7 películas de muertos vivientes al puro estilo mexa

Todos amamos una buena película de zombies, pero no todo ha salido de Hollywood. Aquí en México tenemos buenos muertos para defendernos.

Las películas de zombies se han convertido en uno de los subgéneros del terror más explotados en la actualidad. Los escenarios apocalípticos en los que los muertos vivientes devoran a gran parte de la población internacional y un reducido grupo de sobrevivientes luchan para mantenerse a salvo, forman parte de las temáticas recurrentes de este tipo de producciones. 

El zombie es una de las criaturas del terror fílmico que cuenta con una larga trayectoria que se remonta a cintas como White Zombie (Victor Halperin, 1932) y I Walked with a Zombie (Jacques Tourneur, 1943). En estas producciones la representación del muerto viviente dista mucho de las contemporáneas, puesto que, en su mayoría, se le muestra como un ser hechizado o controlado mediante magia negra (específicamente vudú). 

Este esquema se conservó vigente hasta los años sesenta, donde el cineasta George A. Romero llegó a cambiar la figura del zombie mediante su famosa película La noche de los muertos vivientes (1968). Este largometraje de bajo presupuesto —pero no por ello menos impactante— fue el encargado de asentar en el imaginario colectivo la imagen del zombie caníbal. 

En las décadas posteriores, un sinfín de muertos vivientes han deambulado por la pantalla grande sorprendiendo e impactando notablemente a las audiencias internacionales. 

El zombie en el cine mexicano

¿Hay películas mexicanas donde aparezcan zombies? Si bien la presencia del muerto viviente no ha sido tan abundante dentro de la filmografía nacional de terror, sí resulta posible identificar varias películas de diferentes temporalidades en donde se presentan estas criaturas. 

Ante todo, la recuperación del zombie que se presenta en el cine mexicano parte de lo presentado en el cine internacional, pudiendo asegurar que, salvo contadas excepciones, no resulta posible hablar de una concepción del muerto viviente cien por ciento mexicana. 

A continuación presentamos una breve revisión de siete películas mexicanas en donde se recupera la centenaria figura del muerto viviente. 

Mira acá: 3 colonias chilangas que sí fueron cementerios


Santo contra los zombies (Benito Alazraki, 1961)

El Enmascarado de Plata combatió en su extensa carrera cinematográfica contra prácticamente todas las criaturas existentes en el bestiario fílmico, y los zombies no fueron la excepción a la regla. 

En esta cinta de 1961, el Santo se enfrenta a una banda de criminales que resultan ser unos zombies controlados por una compleja maquinaria y al servicio del verdadero antagonista de la película. Estos muertos vivientes se distinguen por ser capaces de utilizar armas y por combatir cuerpo a cuerpo con el héroe del pancracio nacional. 

La película muestra una de las primeras recuperaciones de la figura del muerto viviente en el cine nacional, pudiendo considerarlos como descendientes del zombie vudú explorado en otros países desde varias décadas atrás. 


Santo vs. la magia negra (Alfredo B. Crevenna, 1972)

Más de una década después, el Santo volvió a enfrentarse a los zombies. Sólo que en esta ocasión la acción se desarrolló en la isla de Haití, en la búsqueda de dos científicos que habían desaparecido bajo misteriosas circunstancias.  

El Enmascarado de Plata se enfrenta a un grupo de zombies que son controlados por la hechicera vudú encarnada por Sasha Montegro. De nueva cuenta, los muertos vivientes se distinguen por el manejo de armas y por ser hábiles en la lucha física. 

En esta cinta se presenta un exótico viaje al corazón del vudú y a las creencias haitianas en las que se erigió la leyenda del zombie que logró insertarse en el cine internacional por bastantes años. 


Blue Demon y Zovek en la Invasión de los muertos (René Cardona, 1973)

Todavía enmarcada en el denominado cine de luchadores, esta película plantea un giro relevante a la figura del muerto viviente en su andar por el séptimo arte nacional. 

El luchador Blue Demon y el mago-escapista Zovek se enfrentan a un grupo de muertos vivientes que se han levantado de sus tumbas y que constituyen una gran amenaza para la civilización. Sin embargo, todavía no se trata de zombies caníbales. 

Esta cinta cuenta con varios ecos cercanos a La noche de los muertos vivientes, como lo pueden ser la caracterización de los zombies y la idea de un problema espacial como trasfondo para el retorno de los muertos a la vida. De igual modo, se habla de que este suceso se anticipó en una profecía contenida en pinturas rupestres. 


El cementerio del terror (Rubén Galindo Jr., 1984)

El cine de terror mexicano de los años ochenta —a excepción de la obra de Carlos Enrique Taboada— se caracterizó por sus tramas muy cercanas al slasher y otros subgéneros que se desarrollaban con fuerza en esos momentos en Estados Unidos. 

En el caso de El cementerio del terror se narra la historia de un grupo de jóvenes que, en la noche de Halloween, se reúnen en una casa abandonada cercana a un cementerio, donde encuentran un misterioso libro de hechizos. El deseo de los estudiantes de divertirse deviene en la resurrección del cadáver de un peligroso asesino, que terminará desencadenando una gran matanza. 

Al asesino serial resucitado se suman varios zombies que emergen de sus tumbas para apoyar al antagonista en su sed de violencia y sangre. Esta película mexicana se conecta y relaciona en varios puntos con la famosa cinta The Evil Dead (Sam Raimi, 1981). 


El Santos vs la Tetona Mendoza (Alejandro Lozano, Andrés Couturier, 2012)

Esta producción puede ser considerada como la primer película animada mexicana que incluye a los muertos vivientes entre sus personajes principales. La cinta se basa en los personajes de la tira cómica creada por Trino Camacho y José Ignacio Solórzano (JIS) que recibe el nombre de “El Santos”, la cual fue publicada en el periódico La Jornada. 

A través del humor negro, se cuenta la historia de El Santos, un luchador en decadencia que se encuentra enfrentando su reciente separación de la Tetona Mendoza. La situación se complica cuando el altruismo del protagonista por querer ayudar a los denominados Zombis de Sahuayo deviene en la transformación de éstos en una amenaza. 

Estos zombies son descritos por sus caricaturistas creadores como seres “surgidos del México profundo, son bastiones inquebrantables del desarrollo de nuestro país. A veces confundidos como ángeles entre nosotros, los Zombis tienen un solo anhelo en su vida: que llegue la Navidad para regalar calcetines a diestra y siniestra […]. Son la escenografía de la desigualdad entre los vivos y los muertos en este país” (Trino.com.mx). 


 Halley (Sebastián Hofmann, 2012)

Una concepción muy diferente del zombie se presenta en la ópera prima de Sebastián Hofmann, la cual se centra en Beto (Alberto Trujillo), un guardia de seguridad de un gimnasio que descubre que su cuerpo se está descomponiendo poco a poco debido a que se encuentra muerto. 

La película se aparta del género del terror presentando a la figura del muerto viviente como una metáfora de la soledad, la enfermedad y la muerte; todo esto bajo la premisa de que, sin que estemos del todo conscientes de ellos, nos encontramos muriendo día a día. 

Halley podría considerarse un filme reflexivo y filosófico que plantea una nueva ruta para el muerto viviente en el cine, una ruta que no ha sido muy frecuentada ni explorada internacionalmente. 


Ladronas de almas (Juan Antonio de la Riva, 2015)

Esta cinta del prestigioso director Juan Antonio de la Riva fue capaz de incorporar al zombie a un contexto enteramente mexicano, al mismo tiempo que se nutre del imaginario fílmico internacional de estas criaturas. 

En Ladronas de almas, la acción si sitúa en 1815, en vísperas del movimiento independentista mexicano. Se narra la historia de un grupo de bandidos que piden refugio durante la noche en la decadente hacienda de la familia Cordero; sin embargo, éstos pretenden robar el oro que poseen los dueños del lugar. La historia conduce al descubrimiento de que las hijas de la familia tienen a su servicio a un muerto viviente, lo que desencadena varios sangrientos enfrentamientos. 

La película de Juan Antonio de la Riva revitaliza la figura del zombie en el cine mexicano, demostrando que es posible la creación de un cine de terror de calidad, con solidez narrativa y con un fuerte anclaje en la historia nacional.