El MMDR presenta: La huella de Diego Rivera que EUA quiso borrar
Por: Colaborador
Si un artista ha puesto en alto el nombre de México es, sin duda, Diego Rivera, quien no sólo realizó diversos murales y pinturas de caballete en edificios emblemáticos de nuestro país, como el Palacio de Bellas Artes, Palacio Nacional o el Antiguo Colegio de San Ildefonso, sino que dejó una huella indeleble en la historia del arte moderno.
Tal fue su éxito que a principios de 1930 fue invitado por el gobierno de los Estados Unidos para realizar múltiples murales en las ciudades de San Francisco, Detroit y Nueva York, sin embargo, no todo fue miel sobre hojuelas; y eso es justo lo que el Museo Mural Diego Rivera nos platica en su nueva exposición: Diego Rivera. Revisiones de Norteamérica.
Son 193 piezas las que nos cuentan sobre los años que vivió en Estados Unidos (entre 1930 y 1933), sus relaciones, sus confrontaciones e influencias con otros artistas. Aquí algunas de cosas que los gringos no quisieron ver:
1. Diego Rivera pasó gran parte de sus días en las fábricas de Estados Unidos, donde platicó, entrevistó y vivió a diario el trabajo de los obreros, para después plasmarlo en la mayoría de sus creaciones. Hecho que le valió la crítica por hacer visible la guerra entre clases sociales, el estado anímico de los trabajadores durante la Gran Depresión y la promoción de la igualdad racial.
2. Otra importante discusión sucedió cuando retrató a la tenista olímpica Helen Wills Moody para ser símbolo de California para su primer mural en Estados Unidos: Alegoría de California. Diego consideró que esta deportista podría representar la fortaleza de la figura femenina, no obstante, las críticas no se hicieron esperar y tuvo que modificar algunos rasgos en su trabajo final.
3. Por si eso no fuera suficiente, las cosas empeoraron cuando se consideró como una burla hacia la religión católica, el insertar dentro de sus obras, figuras prehispánicas e indígenas en una sociedad capitalista cada vez más radical. Varios museos y coleccionistas optaron por retirar sus pinturas y embodegarlas.
4. Y para rematar el asunto, en 1933 tras varios meses de pintar un mural para el Rockefeller Center de Nueva York, Diego decidió plasmar la figura de Lenin y de otros personajes allegados a la visión comunista, lo que hizo que la familia Rockefeller tuviera que destruir su creación.
“Rivera perpetra escenas de actividad comunista en los muros de la RCA, y Rockefeller Jr. paga la cuenta”, se lee en el New York World-Telegram del 24 de abril de 1934.
5. Pese a todas las trabas y censuras que padeció en Estados Unidos, y después de haber expuesto junto a artistas como Van Gogh, Braque y Cézanne, el trabajo de Rivera desató una ola de creadores que se vieron influenciados por su obra, entre ellos Pablo O’ Higgins, Arnold Blanch, Lucile Blanc, Ione Robindon, y hasta Picasso, quien realizó una versión del Guernica tamaño mural.
Las joyas
-Si vas, no dejes de ver la pintura Tercera Internacional. Es una pieza que congrega a Vladimir Lenin y a León Trotsky junto a un ejército compuesto por personas de diferentes nacionalidades, que representan al proletariado del mundo. Esta pieza proviene del Museo del Palacio de Bellas Artes y ha sido prestada para otras exposiciones en muy contadas ocasiones.
-Otra imperdible es la serie de bocetos realizados en una libreta de apenas 24 x 16 cm en la que se pueden ver los estudios preparatorios que realizó Diego Rivera para sus murales en Detroit. ¡Nunca antes se habían expuesto!
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