Hay demasiado que mencionar sobre un buen puro para los que gustan de él. La sutileza de su aroma de región a región, su prolongada y enrollada forma, el placer de su sabor fermentado, el perfume mientras el humo en espiral envuelve ascendente y se esparce por todo el lugar. Un buen habano puede alcanzar grados tan satisfactorios y seductores como el olor a caoba en una fría mañana.
En la mayoría de los casos, un amante del puro se distingue por su refinado paladar. A Mark Melchior no le interesa nada de eso.

En esta ocasión, el Calabozo del Androide se complace en cambalachear viñetas y trazos por cuerdas de guitarra y la manía de un sombrerudo hollywoodense por crear verdaderos tesoros a base de recipientes vintage de venerados cigarros.

Por más de veinte años, Melchior ha construido y reparado requintos. Después de conseguirse numerosos trabajos e incluso abrir su propio local, Mark halló en la influencia de un camarada suyo una peculiar forma de consolar su talento. Desde su sótano en Arkansas, pronto comenzó a fabricar y vender medianas liras con cuerpos de antiguos estuches de puros. Las cajitas varían en edad, pero nunca nacieron antes de los treinta.

Melchior despliega particularidad tanto en diseño como en sonido. Afinadas como mandolinas de cuatro cuerdas, sus guitarras emiten silenciosos y tañidos zumbidos. A diferencia de las guitarras acústicas comunes, sus instrumentos no se alteran en formas o tamaños. Cada chulada cuenta con una ranura de llave que sirve de boca y la misma llave de puente.Una verdadera artesanía sonora proveniente de la mente de un demente.

Construyendo alrededor de diez instrumentos al mes, Mark Melchiorno tiene planes de disminuir la producción. De hecho, se encuentra trabajando en versiones eléctricas solicitadas por incontables clientes satisfechos. Contarán con pastillas electromagnéticas de un núcleo y perillas de volumen, guardando cautela en no desviarse tanto de las acústicas. “Buscare objetos que sirvan de perillas sin hacerlas ver muy modernas”. El aspecto más importante de cada instrumento radica en su apariencia y encanto.