Durante enero y marzo de 2020 algunos casos de coronavirus empezaron a contabilizarse en Japón pero, todo “estaba bajo control”. Así lo manifestó el ex Primer Ministro Shinzō Abe quien se negó rotundamente a cancelar Los JJOO de Tokio 2020.

Sin embargo, el Covid-19 se abrió paso en todo el mundo. Provocando una pandemia nunca antes vista y los planes de Shinzō Abe se vinieron abajo. El Comité Olímpico Internacional y el gobierno de Japón cancelaron los JJOO de Tokio el pasado 24 de marzo de 2020, debido a la presión internacional.

Desconfianza a las autoridades

Un año después, los ciudadanos japoneses aún no se sienten seguros. De hecho, existe una sensación generalizada de desconfianza hacia el gobierno. Tras la cancelación de los JJOO, el año pasado, las cifras de contagio se dispararon dejando entre ver que las cifras presentadas con anterioridad estaban amañadas.

A inicios de junio de 2021 algunos medios locales aseguraban que el 80% de la población estaba en contra de que los JJOO se llevaran acabo en Tokio. Aunque Japón es uno de los países asiáticos que más vacunas ha asegurado y que más vacunas ha comprado para el 7 de junio sólo el 3.7% de la población estaba vacunada y únicamente el 10.9% contaba con la primera dosis.

La artista plástica Miwako Sakauchi utilizó su arte para plasmar el miedo, la ira y el sentimiento de rechazo hacia los Juegos Olímpicos de Tokio en su exposición Vórtice.

Miedo al rebrote y nuevos contagios

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Todo esto provocó la gran necesidad de que la gente expresara su frustración y miedo por los Juegos Olímpicos a través del arte.

Y así grafitis, cubrebocas con consignas, camisetas, dibujos y otras obras de arte se han convertido en una forma de protesta por la decisión de albergar los juegos a pesar de las indicaciones médicas y la oposición de la población.

Japón tiene otras necesidades que el gobierno está ignorando

Por otro lado, algunas personas creen que los recursos destinados a los Juegos Olímpicos también podrían utilizarse para recuperar la región devastada por el desastre nuclear de Fukushima en 2011, ya que a 10 años de esta tragedia la recuperación de este lugar ha sido prácticamente imposible y ocultada por las autoridades.

Sumado a ello, existe un gran descontento porque el gobierno de Japón desalojó a algunos residentes de sus lugares de origen para construir enormes estadios olímpicos. Lo que además enojó por los daños ambientales tras ser talados cientos de miles de árboles; algo que tampoco ha sido ignorado por la población.

El COI denunció a los artistas gráficos por infringir derechos de autor y obligados a retirar su “propaganda”.

Esto ha traído una dura represión por parte de las autoridades y los sectores japoneses más conservadores puesto que culturalmente está mal visto externar tu opinión personal en este país.

Asimismo, el gobierno está exigiendo que el arte satírico y la mercancía sea retirada. Lo que ha provocado aún más inconformidad pues algunos artistas creen que sus libertades están siendo limitadas.

Desempleo y pobreza

El colmo para algunos es que tras la pandemia miles de familias han perdido sus trabajos y con ello la posibilidad de mantener sus hogares. A la gran mayoría de la población le parece insensible y desafortunado que el gobierno de Japón invierta recursos en los Juegos Olímpicos en lugar de destinarse a salvar la vida de las personas.

Además lugares y parques en Tokio en donde las personas sin hogar se quedaban a descansar hoy son lugares restringidos en los que no se les permite el paso porque el gobierno de Japón no quiere dar una mala imagen durante los Juegos Olímpicos.