Aunque no lo creas, el chicle nació en la época prehispánica de la mano de los mayas. El chicozapote, un árbol originario de México, es quien dio vida a la goma de mascar.

Los mayas le llamaron sicte y le dieron diferentes usos como provocar la salivación cuando no había agua y para limpiar su boca. Hoy en día aún existen personas que se dedican a producir el chicle igual que en aquel entonces.

El proceso se realiza en temporada de lluvias y consiste en realizar cortes en tipo zigzag desde lo más alto hasta la base del árbol. Después golpean el tronco con un machete hasta que de esas incisiones comienza a salir savia.

Después de recolectar el líquido en los contenedores que reposan junto al árbol, se filtra y se pone a cocer en una olla por una hora sin dejar de moverlo. Cuando por fin consigue la famosa consistencia pegajosa se coloca en un molde para que se enfríe. Finalmente, se le agrega sabor con productos naturales.

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Industrialización del chicle

Actualmente, esta golosina se produce masivamente y eso se lo debemos a un no tan querido expresidente mexicano: Antonio López de Santa Anna. Recordemos que este polémico personaje estuvo exiliado en Estados Unidos durante un tiempo.

Una de las cosas que se llevó consigo mismo fue un cargamento de chicles producidos orgánicamente como se acostumbraba a hacer en México en aquella época. Al llegar al país vecino se hizo amigo de Thomas Adams, quien se interesó por el invento maya, tanto así que decidió hacer su propia versión.

Claro que allá no existía el chicozapote. Es por eso que tuvo la idea de sustituir la savia con derivados del petróleo que le permitieran tener la misma elasticidad a su producto.

En 1871 lo lanzó al mercado y en 1875 decidió endulzarlo con jarabe de arce. Cinco años más tarde, otros emprendedores le agregaron sabores que hoy nos resultan más familiares como la menta.

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FOTO: GUILLERMO PEREA /CUARTOSCURO.COM

Debido a que este árbol tarda más de 20 años en poder utilizarse para la creación de la goma de mascar, se decidió hacerlo como el norteamericano había propuesto.

Así comenzó la producción masiva y a escala global. Hasta el día de hoy ésta ha sido la forma más común para su elaboración, pero aún hay productores de chicle en nuestro país que preservan los saberes mayas.

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