sara garcía

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27 de noviembre 2022
Por: Montse Quintana

La historia de Sara García, la abuelita de México

Sara García fue la mujer que se convirtió en la entrañable imagen del chocolate de mesa más famoso de país y que interpretó icónicos papeles del cine mexicano.

Sara García fue una famosa actriz cuyo tierno rostro y cálida presencia le permitió interpretar a una ‘abuelita’ en numerosas ocasiones. Sin duda fue una de las personalidades más destacadas de la Época de Oro del Cine Mexicano y aquí te decimos por qué.

Nació en Orizaba, Veracruz en 1895. A lo largo de su vida hizo poco más de 150 películas, además de participar en producciones de teatro, televisión y radio. Era amante de la comedia y una mujer muy dedicada a su profesión. 

A pesar de su amable y alegre imagen, su vida estuvo lamentablemente marcada por la tragedia. Fue hija de un matrimonio español que perdió a 10 hijos antes de tenerla a ella.

En 1900 su padre sufrió un derrame cerebral, por lo que la familia se trasladó a la Cd. de México para que tuviera la atención necesaria. Sin embargo, falleció. Cinco años después, se enfermó de fiebre tifoidea y contagió a su madre, quien murió a causa de esto. 

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Los pininos de Sara García en el cine

Un día el director Joaquín Coss la cachó curioseando por las grabaciones de Azteca Films. Casi a modo de golpe de suerte, la invitó a participar en su película de cine mudo ‘En defensa propia’ (1917). Es con esta oportunidad que su carrera como actriz comienza. 

Por esta misma época se casó con el actor Fernando Ibáñez y tuvieron una hija a la que llamaron María Fernanda. La relación no duró mucho debido a que él le fue infiel en repetidas ocasiones. 

Hay quienes aseguran que, tras haberse divorciado, la artista tuvo una relación con su mejor amiga y asistente, Rosario González. Se conocieron de jóvenes y vivieron muchos años juntas. Aunque esto nunca lo confirmó, muchas de las personas que la conocieron afirman que formó parte de la comunidad LGBTQ+.

Su primer papel principal llegó en 1936 con Así es la mujer y en No basta ser madre (1937) compartió créditos con su hija. 

En 1940, la tragedia regresó a su vida al enterarse de la muerte de María Fernanda de tan solo 20 años. Fue víctima de la misma enfermedad que la dejó huérfana tiempo atrás. A pesar del dolor, siguió trabajando duro y acumulando éxito tras éxito.

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Su carrera toma fuerza

Sara fue una mujer muy disciplinada y entregada al arte, tanto así que se quitó 14 dientes para parecer más grande de lo que realmente era. Algunos dicen que lo hizo para conseguir el protagónico de la obra Mi abuelita pobre (1934). Otras fuentes aseguran que fue para la cinta Allá en el trópico (1940).

También se rumora que la actriz se fracturó una rodilla para hacer más convincente su actuación con su adolorido caminar. A partir de ese momento se convirtió en ‘la abuelita de México’.

Al año siguiente estrenó Cuando los hijos se van (1941) y comenzó a ser convocada para films dramáticos. 

En 1947 llegó una de sus películas más famosas, Los tres García, en donde trabajó con Pedro Infante, a quien le agarró mucho cariño. Tras el fallecimiento del actor, ella fue una de las personas del medio artístico que más lamentó la pérdida. 

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Azahares para tu boda (1950) fue la última vez que actuó a lado de Joaquín Pardavé. Él, en numerosas ocasiones, interpretó a su pareja en la ficción. Siete años más tarde se ganó su primer y único Ariel por su participación en La tercera palabra (1956), dirigida por Julián Soler.

Los últimos años de Sara García

En 1973 la invitan a ser la imagen del ‘Chocolate Abuelita’. Al año siguiente interpretó a la Nana Tomasina en la telenovela Mundo de Juguete, papel que se volvió entrañable.

A lo largo de su carrera trabajó junto a grandes personalidades además de Infante, como Fernando Soler, Marga López, Jorge Negrete, Silvia Pinal y Cantinflas. En sus últimas películas apareció junto a Vicente Fernández. Finalmente, en 1980 falleció por un paro respiratorio.

Sara García se convirtió en el referente de la abuelita dulce, pero con carácter que conmovió a millones de mexicanos. Hasta el final de sus días se dedicó al cine, que fue su refugio ante tanta tristeza. Hoy su recuerdo nos sigue acompañando cada vez que se nos antoja un chocolatito caliente.

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