Hace algunos ayeres, Siqueiros dirigió un taller experimental en Nueva York que influyó significativamente en la obra de uno de sus alumnos más destacados: Jackson Pollock.

David Alfaro Siqueiros y Jackson Pollock son dos grandes artistas del siglo XX que podríamos pensar no tienen nada en común. Sin embargo, ambos se interesaban no solo por el surrealismo y expresionismo, sino también por explorar nuevas técnicas pictóricas.

Esta inquietud que los dos tenían los llevó a coincidir en un taller experimental en la Gran Manzana. Este encuentro le permitió al americano conocer formas revolucionarias de pintura que eventualmente se vieron reflejadas en su trabajo.

Aquí te contamos todo sobre aquel particular momento de la historia en el que este par compartió conocimientos e ideas que dieron pie al crecimiento de un joven Pollock.

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El encuentro artístico entre Siqueiros y Pollock

Un gran interés por estar a la vanguardia y explorar métodos innovadores llevaron al muralista a Manhattan en 1936. La intención de dicho viaje era dirigir un taller experimental.

Uno de los asistentes fue nada más ni nada menos que Jackson Pollock, quien ya había estudiado los cuadros del mexicano en el Art Students League de Nueva York.

Si hay algo que caracterizó al estadounidense fue su uso de la técnica llamada ‘dripping’. Ésta se basaba en escurrir y dejar gotear pintura para posteriormente manipularla a través de un palo, una espátula o incluso la mano.

Esto lo combinaba con el ‘action painting’. Éste consistía en moverse alrededor de un enorme lienzo, usualmente reposado en el piso, para así empezar a pintar sin un boceto.

Esta forma de crear arte daba como resultado una serie de salpicaduras, algunas gruesas y otras finas, que formaban una pieza única. Estas marañas de colores vivos le hicieron ganar un poderoso reconocimiento dentro del gremio artístico.

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La influencia del mexicano

Mucho tiempo se creyó que Pollock no se había inspirado en nadie para poder crear su propio estilo. Sin embargo, mucho de lo que terminó empleando en su trabajo lo aprendió en aquel taller encabezado por el muralista.

Una de las nuevas formas de hacer arte que desarrollaron dentro del taller fue lo que Siqueiros denominó ‘accidente controlado’. Con esto buscaba improvisar piezas chorreando y salpicando pintura, usando generalmente latas con orificios. Asimismo, incentivaba a crear por medio del ritmo, el movimiento y la intuición.

¿Suena familiar? En efecto, es justo lo que el estadounidense utilizó para hacer algunas de sus obras más famosas y que le permitió ser el mayor exponente del expresionismo abstracto.

Debido a esto, historiadores del arte aseguran que si Pollock tiene que agradecerle a alguien por su enorme éxito es a Siqueiros. Esto es solo un ejemplo de cómo el talento nacional atraviesa fronteras y ha impactado fuertemente en la formación de nuevos artistas.

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