Nadie le hace el feo a un clamato, especialmente si eres víctima de una de estas dos situaciones: estás más crudo que un sashimi, o te mueres de calor. Nos dimos a la (muy) sufrida tarea de buscar lugares donde no muchos supieran que están buenísimos y estos fueron nuestros hallazgos:

Marlindo

Uno llega a este lugar por una temible razón: la resaca. En Marlindo son expertos en consentir a zombies a los que se les pasaron las copas la noche anterior, y para tan humanitaria encomienda, nada mejor que sus clamatos.

Hay cuatro distintos: uno es el “norteño”, con carne seca; otro, chapulines; uno más con una paleta de tamarindo que sirve como popote y, finalmente, el que lleva una brocheta de camarones a la plancha. Seguro encuentras lo que necesitas y, si no, su carta de comida también puede salvarte.

Malavida

Es un expendio chiquito de cervezas (bastante enfocado en las artesanales), que acaba de incluir entre sus opciones un clamato especial con un mix de mariscos que no encontrarás en otra parte de la colonia Doctores. Está padre que, si no estás seguro de comerte todos los cuadritos de pulpo, hay chance de que te los sirvan por separado, para que elijas cuántos ponerle a tu tarro.

El ambiente de Malavida es súper relax, así que lo mejor es que tú y tu mejor amig@ lo conozcan ya.

Hostería La Bota

Seguro si pasas frente a este clásico del Centro Histórico, lo que menos pensarías es que sus clamatos tradicionales son buenos, pero lo son. Están hechos con la receta clásica, pero algo tienen. Logran ser refrescantes y reparadores.

Algo que identifica a La Bota es que sus cervezas siempre están heladas, así que buscabas un buen pretexto para convencerte de ir, ya lo tienes.

La Trainera

A pesar de que tienen comida del mar muy bien preparada y fresca, muchos los recuerdan por sus clamatos. En esta sucursal del Pacífico en pleno Polanco no te los preparan con intención de bajarte los feos efectos de una resaca, sino para que disfrutes su sabor. Les ponen un jugo de tomate casero que los hace únicos y la opción de que lleven camarones, ostiones o salsa de habanero.

La Secina

Agárrate, porque acá son de a litro. Los clamatos no llevan más que la receta de salsas de la casa, limón, unos hielos y julianas de pepino, pero no querrás que se acaben. El servicio en La Secina es bueno, así que si le pides a algún mesero que te ponga un chorrito más de esto, o un poco más de aquello, no tendrán problema en cumplir tus deseos.

Por si ocupas, tienen una sopa de hongos que levanta hasta a los más “sepultados.”