No se nota por fuera, pero el espacio es grande. Te tienes que ver producido (a) para hacer más amigable el proceso de la cadena –aunque no hay hojalatería y pintura que salve a los hombres de los 200 pesos de cover– y se necesita pulmón para subir los tres pisos de escaleras antes de entrar a este territorio multinivel, multicolor y multipoblación.

Sin falla, verás el gran ventanal que anuncia la terraza: un lugar rico para darle tregua al baile, fumar, platicar y agarrar un segundo aire para volver. El espacio tiene su propia barra y sillones, lo que hace más fácil instalarse un rato en este sitio iluminado por el letrero gigante que rescataron de la tienda de smokings que albergaba este edificio antes de Tara.

Si traes pila loca, adentro hay terreno y música para que te des vuelo. De jueves a sábado, la línea musical es house, sobre todo, en su versión deep, progresive y tech.

Los DJ invitados van campechaneando su estilo que, literalmente, se ve reflejado en las paredes: tienen una tecnología de luces que proyectan imágenes de forma independiente en distintas paredes, desde retratos antiguos o formas abstractas hasta siluetas de personas que se deslizan entre las columnas del lugar. Tienen microsalas en cada uno de los niveles, decoradas con lámparas vintage, igual que muchos de los muebles que son parte de la esencia de este sitio.

Hay un pasillo con piso transparente, al final está la larga barra que corona el nivel principal. No te vayas con la finta, como en otras cosas en la vida, el tamaño no es garantía de satisfacción, pues sólo encontrarás mezcales, tequilas, rones, whiskys, ginebras y brandys en sus versiones más conocidas; nada de coctelería de autor, pero sí un par de tragos para prender: el Molcajete, que se prepara (sorpréndete)en un molcajete donde se calienta mezcal, Controy, xtabentun (licor de origen maya) y menta, todo se flamea y te lo tomas con popote.

No lo vas a saborear ni a disfrutar, pero tiene todos los ingredientes para ser dinamita. El otro, también shot, es el Lluvia de Estrellas: granadina, crema de café, vodka y canela, que saca chispas mientras lo prenden. Se ve mejor de lo que sabe, pero de nuevo, aquí estamos hablando de efectos, no de sabores. Para resucitar, la carta de alimentos tiende a la botana playera. Los tacos gobernador en tortilla azul, abundantes y con salsa picosa, son la mejor opción.

Hay que llegar con presupuesto, los precios por botella van de 1,200 a 5,000 pesos. “En Tara siempre nos divertimos, nos gusta la música y el ambiente” explican unos chavos que van seguido. Tara es un animal nocturno para brincar, bailar y ligar con la energía que se tiene a los 20.