Hace ya algún tiempo que la vida nocturna chilanga se concentra en la zona centro de la ciudad. Lejos quedaron las noches en que el sur brillaba con luz propia, que un antro como el Medusas o El Callejón lograban sacarnos del confort de los bares ya conocidos y nos animaba a adentrarnos en su ambiente. Por fortuna, eso está cambiando.

El Smyth se encuentra en Escenaria, en el local donde antes estuvo el Classico, pero fue completamente remodelado –hay que decirlo– con excelente gusto. Empecemos por lo que no está tan chido: la entrada. Si estás dispuesto a permanecer un buen rato afuera para ser “inspeccionado” y, si tienes suerte, “aprobado” por el personal de seguridad, ya la hiciste.

En tiempos en los que el discurso tiene que ver con la tolerancia, la apertura, el respeto a la diversidad y demás ondas, resulta un poco obsoleto que los antros sigan empleando el sistema de “tú sí y tú no”. Francamente, no creemos que un purista del rastafari o del punk tenga planeado pasar una noche entre la mezcla de beats electrónicos auspiciados por los DJs de la escena local e internacional, algunos hits dance y house de los 80 y los 90 y, ya entrada la noche, incluso con una onda retro en español e inglés.

Faunas urbanas aparte, en el Smyth, los hombres se hablan de “papá” y las chavas se dicen “nena” todo el tiempo y, claro, van al baño en grupito. Aquí la cosa es bailar y beber –no hay carta de alimentos–, y es un excelente after.

La decoración evoca los mejores clubes de Nueva York o París. La cabina se encuentra al centro, y desde ahí, el DJ está en contacto con la gente, así que puede ir midiendo el nivel del reven para elevar o disminuir el ritmo y darle a la concurrencia justo lo que necesita para tener una noche memorable.

Que no te intimiden el lujo y el glamour, aprovecha para lucir tus mejores trapos. Si eres chavo, evita los tenis y mejor ponte unos zapatos cucos. Entre los visitantes podrías encontrarte con algunos famosos, la mayoría ronda entre los 20 y los 30 años. Ofrece coctelería variada y sus bartenders son tan capos que te preparan lo que quieras, aunque la onda aquí es pedir una botella con tus cuates.

Tiene todo para volverse un consentido. Una última recomendación: si quieres quedar bien con tu chava o vas a festejar algo especial con tus amigos, reserva sí o sí.

TIP: La entrada está abajo del Superama. No tiene menú de alimentos, pero puedes combatir el bajón con unos tacos de El Califa, que está a unos pasos.