Si te habías alejado de la Roma porque empezaba a parecerte un barrio descontrolado, el nuevo bar en la terraza del hotel Four Points te hará darle una nueva oportunidad. Y las razones son bastante sencillas: la vista es espectacular, la luz artificial es prácticamente inexistente y (de pronto se nos olvida) al caer la noche, la ciudad sigue siendo tan encantadora como enigmática.

Visité el lugar una calurosa noche de mayo en la que corría un viento ligero y había luna llena. El techo retráctil estaba completamente abierto.

¿Qué más podría pedirse? Por supuesto, unos tragos, que aquí preparan estupendamente.

El menú de bebidas está dividido en tres secciones: los clásicos, las recetas de Barra 57 y las creaciones del jefe de barra, de las que destacaría Papalote (una margarita con Don Julio 70, Talisker, limón, azúcar y pápalo) y Sacrificio Mestizo: jamaica, anís, ginebra y licor de chile ancho.

Su oferta de mezcales es bastante breve pero acertada: espadín o cupreata para quienes optan por lo convencional, o un agave blanco de la marca Tempestad para quienes prefieren salirse de lo obvio.

La idea de ofrecer licores poco conocidos y de excelente calidad está presente en todas las secciones de su barra a la que vale la pena acercarse a curiosear.

Ahí está el delicioso licor de ciruela japonés, Plum Dew, o Agwa, un licor boliviano de hoja de coca. Si vas en plan de probar cosas nuevas, mi recomendación es el Crystal Head Vodka, un vodka de calidad notable que exige beberse solo o, si acaso, en las rocas.

Para comer hay tres opciones sobresalientes: las tostadas de atún, el pulpo en salsa bearnesa y las carnitas de pato acompañadas de ravioles de ayocotes.

En lo que respecta a la música, generalmente suena acid jazz y lounge latino. Para cerrar la noche seleccionan música de películas de culto y los miércoles tendrán a un saxofonista tocando jazz.