Ya lo cantaría Lucha Villa: “Nos dicen las mil amores porque así les da la gana, ustedes no crean papacitos… que es sólo la pura fama”. Ubicada casi en la línea divisoria entre las calles de Yucatán y Medellín está esta coqueta mezcalería, donde la cumbia suena hasta el amanecer y el buen mezcal se sirve con singular alegría.

La original fachada de esta antigua casona y el barullo que suena dentro son el imán para cruzar el umbral y descubrir arte mexicano con un toque retro pero urbano. Su inspiración: la pura pasión por el mezcal.

La Mil Amores no es una mezcalería más, es una experiencia donde lo visual, la música y la oferta mezcalera e ingeniosa coctelería hacen la diferencia. El ambiente relajado es garantía de diversión. Debes llevar la mente abierta y los pies relajados para entrarle al zapateado, pues gran parte del espíritu fiestero del lugar está en la bailada.

Si eres de los que le van entrando a eso de los mezcales, te recomendamos pedir algún mezcal joven derecho. Si ya eres mezcalero con camino andado, también encontrarás joyitas que valen la pena. Y cuando de coctelear se trata, vas con un delicioso mezcarindo o un manguito querido.

Si tanto baile te abrió el apetito, las quesadillas y las tlayudas son la opción. Si quieres armar un plan botanero, los chapulines con limón son la onda.

Lo que pagas por lo que consumes es justo. De hecho, nos recuerdan que se puede comer y beber a buen precio en una zona de la ciudad donde es difícil encontrar algo bueno, bonito y barato. Hay muchas promociones y clases de baile gratis, así que vale la pena checar su FB antes de caerle, para hacer rendir más las quincenas.

Su ambiente popular, kitch y buena onda la convierten en una de las mejores opciones para caer en banda y entrarle a los mezcales como si fuera el fin del mundo.

Se van a divertir de lo lindo.