Tiene más de sesenta años y da la impresión de que hasta los clientes y meseros han ido deambulando de generación en generación por las mesas de este lugar. Las paredes, decoradas con talavera poblana y un cuadro caricaturesco donde aparecen el dueño, los meseros y algunos parroquianos, resulta un fiel retrato del lugar. Un trío de música mexicana encantará a quienes gustan de lo tradicional en las cantinas. Hay un ambiente sano, y las mujeres no dudan en venir con su pareja. El viernes es su día fuerte y sivienes a comer, te recomendamos las orejas de elefante ($120) y los chiles rellenos ($93) que están para chuparse los dedos.