Es una fortuna que esta terraza-bar para los huéspedes del hostal permita el acceso al público en general. Lo mejor es su ambiente relajado, los precios de los tragos y su espectacular vista del Zócalo y alrededores. Aquí vas a encontrar turistas –veinteañeros la mayoría– que suben en grupo a echarse unas cervezas para relajarse después de un día de paseo por la ciudad.

No destaca por su decoración o por su música, pero tiene encanto, quizá sea la atmósfera creada ante el gusto de sentirse abrazado por el Centro Histórico. No sirven comida ni botana. Si te da hambre, en la planta baja hay un restaurante donde te puedes echar una buena hamburguesa.