¿Sexo en la primera cita?

Y ahí estás: arreglándote para salir por fin con Rubén (o con Patricia). Pasaron semanas (o meses) para aventarte e invitarlo/a a salir. No fue una tarea fácil, tus impulsos frenados por tu extrema timidez hicieron que este día se retrasara tanto. Pero bueno, por fin llegó.

Al salir, todo pinta muy bien: cine, cena y una plática interminable llena de risas y contacto físico. El lenguaje físico es bien certero y la neta, uno ya se las sabe. Tocar un poco el brazo, rosar la pierna… ah, tantas cosas que nos hacen decirle a la otra persona: oye, me gustas. 

Al final de la noche se despiden. Se abrazan y la cosa se prolonga hasta llegar a un beso largo, muy largo. Quizá las manos no se mantengan quietas y se dirijan hacia otros sentidos. Abajo, un poco más abajo… ahí. Y la cosa se pone más candente. 

Te preguntas: ¿aflojo? ¿me aguanto? ¿qué pensará si…? 

Bah, qué diablos, suben a tu departamento y a darle que es mole de olla.

Quizá al día siguiente despiertes y digas: la cagué… o no. Vamos, mucho nos han dicho que no hay que aflojar de buenas a primeras, que no nos van a tomar en serio, que si queremos algo para un buen rato hay que aguantarse, algo así como: “date a deseo y olerás a poleo”, como decían las abuelitas.

Ay, pero ya estamos en pleno 2014 y las cosas no son iguales que hace millones de años en los que las mujeres no podían invitar a salir a alguien y en los que un hombre era considerado el galante que debía aceptar todo cuanto la damisela indicara. 

Así que desmenucemos los pros y los contras del sexo de la primera cita:

Pros

Contras

 
En realidad, es decisión propia. Lo genial del sexo radica en la magia que uno le impregne en la primera o en la sexta cita. Todo es cuestión de ver las cosas de la forma más relajada y de disfrutar cada momento con esa persona que hace que nos dé taquicardia cuando la vemos.