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18 cosas que viven los despistados TODO el tiempo

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Pareciera que los despistados y olvidadizos viven en un mundo paralelo: la memoria no es su mejor aliada y constantemente enfrentan situaciones que pueden resultar bastante divertidas para los que convivimos con ellos o hasta un poco molestas. 

A continuación hicimos un listado de todo aquello que viven los miembros del clan de Dory:

1. Festejan cumpleaños ajenos antes o después de la fecha exacta, o bien, se olvidan de ellos.

Compran pastel, se esconden para sorprenderlos cuando lleguen y les cantan Las Mañanitas. El pequeño detalle es que el cumpleaños del susodicho es una semana después. Eso en el mejor de los casos, pues muchos de ellos olvidan el cumpleaños de toda la gente cercana.

2. Siempre se les olvidan las cosas calientes.

La plancha, la olla, la estufa. Por algún extraño motivo siempre hay algo que hace que se olviden de todo esto. Ya sea una llamada por teléfono, alguien que toca la puerta o algún programa en la televisión, nunca faltará algo que ocupe su mente y que haga que estén a punto de incendiarse.

3. Van al cuarto por algo, pero jamás recuerdan qué era.

Llegan, dan dos vueltas en su propio eje -como si eso fuera a recordarles por qué están ahí- y de forma inminente deben regresar al lugar de origen para que se les prenda el foco y recuerden qué era lo que iban a recoger.

4. El lugar preciso donde dejaron el coche en el estacionamiento es un misterio.

Y ahí están, picándole al botón de pánico para poder escuchar dónde dejaron el coche. Los peores casos son cuando los dejan en un piso equivocado y los vemos como almas en pena dando millones de vueltas por todas las filas del estacionamiento.

5. No ponen el freno de mano.

Una catástrofe. Confían en que su coche mágicamente se afianzará al suelo y no obedecerá a la ley de la gravedad en una pendiente. 

6. Nunca recuerdan el nombre o el rostro de alguien que les presentaron anteriormente.

Cuando se los vuelven a encontrar, sólo alcanzan a ver a una persona muy sonriente que se dirige a ellos. En sus mentes comienzan a repasar todos los nombres posibles: “¿Lupita? ¿Laura? ¿Lourdes? Empezaba con L…”.

7. Hacen una lista con las cosas que necesitan del súper… y olvidan la lista.

Anotan puntualmente todo lo que les hace falta en la casa: leche, pan, huevos. Al llegar al súper se preguntan dónde dejaron esa bendita lista. Claro, ésta se quedó muy feliz pegada en el refrigerador.

8. Se suben a coches de desconocidos.

Ven a lo lejos un Chevy Monza y se suben rápidamente, pues es del mismo color que el de la amiga a la que esperan. Lo curioso es que ni es un Chevy Monza, ni es su amiga, ni es el color que pensaban, y la persona que está al volante sólo alcanza a rezar para que no lo secuestren.

9. Hacen maletas sin meter cosas indispensables.

Ya sea la ropa interior, el traje de baño para la playa o un suéter para el frío: siempre hay algo que dejan a un lado de la maleta y que omiten meter justo antes de cerrarla. Cuando llegan a su destino, imaginan todas esas cosas como si fueran una escena de Mi Pobre Angelito.

10. Manejan con dirección a un sitio… pero terminan en otro.

Digamos que tienen planeado ir a Polanco. Por extraños azares del destino llegan a Pedregal, donde viven. ¿En qué momento sucedió esto?

11. Dejan el boleto del estacionamiento en la máquina de pago.

Y el que estaba detrás de él tiene dos opciones: quedarse con el boleto pagado o ser honesto e ir detrás de ellos para dárselo.

12. Buscan por HORAS el celular y al final se dan cuenta que lo están usando.

Suben, bajan las escaleras, revisan la mochila, el bolso. Nada. El celular se ha perdido. Ah, un momento… lo tienen en la mano y llevan horas hablando por teléfono. También sucede con los lentes que traen puestos y que mágicamente aparecen sobre su cabeza.

13. Dejan vasos, llaves o computadoras en el techo del coche.

Y todos les señalan que tienen algo en el techo, pero ellos creen que los están saludando y que son terriblemente populares, así que hacen caso omiso.

14. Les resulta imposible seguir el hilo en una conversación.

Siempre hay algo que los distrae. Un pájaro, un mensaje en el teléfono, un perro con la cola peluda, el mesero. Jamás pueden terminar una conversación como corresponde.

15. Olvidan retirar el efectivo o las tarjetas en los cajeros automáticos.

Oh… terror.

16. Dejan constantemente las llaves afuera de la puerta de la casa.

Nunca falta el buen samaritano que toca a tu puerta y se las entrega sanas y salvas.

17. Jamás revisan el cambio que les dan.

Probablemente han sido estafados millones de veces, pero ellos jamás se han dado cuenta de esto. 

18. Si son papás, frecuentemente olvidan recoger a sus hijos.

Recogerlos a tiempo, llegar a una cita con alguna maestra, mandarles el lunch o la mochila. Los pobres niños ya saben cómo se las gastan sus papás y de una extraña forma han entendido que no es porque sus papás sean “malos”, simplemente son distraídos.

¿Qué otras cosas han vivido con sus despistes?

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