Como ya sabemos, la Independencia de México fue una etapa que duró poco más de diez años. La fecha oficial es desde el Grito de Dolores del 16 de septiembre de 1810 hasta la llegada del Ejército Trigarante a la ciudad de México el 27 de septiembre de 1821. Y no olvidemos la invasión de Francia a España en 1808, que es cuando Napoleón impone a su hermano José como rey de España, influyó en la caída del dominio español en América.

Desde la infancia memorizamos nombres de CÑORES como Miguel Hidalgo y Costilla (el cura borracho), José María Morelos y Pavón  (el cura que rompió los votos de castidad y tuvo, hasta donde se sabe, dos hijos y uno de ellos fue presidente de la Regencia del Imperio Mexicano), Ignacio Allende (que era bien revoltoso pero nadie le recrimina que #EsasNoSonManeras) y etcétera.

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¿Dónde están las mujeres? Parece que fueron borradas de los libros de historia. En el Monumento a la Independencia, aparecen tres nombres: Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario Fernández de San Salvador y Mariana Rodríguez del Toro de Lazarín.

A quien conocemos por los libros de texto es a Josefa Ortiz de Domínguez, también llamada La Corregidora, quien avisó a Hidalgo que la conspiración insurgente había sido descubierta y siempre apoyó al movimiento (contrario a su marido). Ubicamos a Leona Vicario, a quien pusieron “Dulcísima Madre de la Patria” y, a la fecha, ha sido la única mujer con un funeral de Estado. Ella fue una de las primeras mujeres periodistas de México y no dudo en responderle a Lucas Alamán cuando afirmaba que “las mujeres estaban en la guerra de la Independencia por amor a sus hombres”: “Confiese Sr. Alamán que no sólo el amor es el móvil de las acciones de las mujeres; que ellas son capaces de todos los entusiasmos y que los sentimientos de la gloria y la libertad no les son unos sentimientos extraños”. También fue poeta y de ella son los siguientes versos:

Viene pues, por el México anunciando

Que ya la Libertad reina en España,

Cuyo duro dominio o Tiranía

Cambiará presto en amistosa alianza.

Mariana Rodríguez del Toro de Lazarín, que da el nombre a una de las calles de la Lagunilla, fue la que reanimó a los conspiradores después de que apresaron a los insurgentes. En medio del abatimiento, ella llamó a continuar la lucha: “¿Qué sucede, señores? ¿No hay otros hombres en América aparte de los generales que han caído prisioneros? ¡Libertar a los prisioneros: tomemos al virrey, ahorquémoslo!”. Fue aprisionada por conspiración y murió poco antes de la consumación de la Independencia.

Nombres menos conocidos son Gertrudis Bocanegra, que armó la red de comunicación entre las guerrillas insurgentes, María Ignacia Rodríguez de Velasco o “La Güera Rodríguez, criolla que influyó en el Plan de Iguala; Manuela Medina, que formó un batallón con Morelos, Rita Pérez Jiménez, que fue esencial en la Batalla del Fuerte del Sombrero donde se derrotó a los realistas, Rafaela López Aguado de Rayón, quien apoyó a sus hijos hasta el final porque, como bien dijo: “Prefiero un hijo muerto que traidor a la Patria”.

¿Más nombres? María Gertrudis Armendáriz, la cuñada de Miguel Hidalgo que lo apoyó, Carmen Camacho y María Tomasa Esteves y Sala, reclutadoras de soldados realistas a quienes convencía de que se cambiaran al bando insurgente, María Josefa Huerta y Escalante y María Luisa de Martínez García Rojas, mujeres-correo, María Micaela Monroy y María Ubalda Sánchez, que lucharon desde Toluca, Ana Villegas, una de las mentes detrás de la insurrección en Chicontepec, Ana María García de Trespalacios, que sin estudios oficiales de abogacía libró a su marido de una sentencia de muerte, María Luisa Martínez, una espía, Manuela Medina o Molina, conocida como La Capitana, y Antonia Nava o La Generala, quienes tomaron las armas como María Josefa Martínez, que se vistió de hombre para combatir a los realistas.

Tampoco hay que dejar a un lado a las que siguen siendo anónimas como las mujeres que habitaban las “casas de recogidas”, donde se buscaba la “recuperación de las prostitutas”, se daba asilo a las pobres y se encarcelaba a las divorciadas. Estas mujeres también apoyaron la causa de la Independencia y fueron severamente castigadas por eso. Nos faltan nombres de estas guerreras. Fueron mentes maestras,  cocineras, abogadas, enfermeras, soldadas, espías, contrabandistas, compañeras. Iguales. Figuras clave y personajes emblemáticos que hay que rescatar y conmemorar su legado. No las olvidemos.