La Feria Internacional del Libro en el Zócalo de la Ciudad de México es mi favorita porque simbólicamente es indestructible. Ahí, en el ombligo de la luna, a unos pasos de donde el águila decidió merendarse a su serpiente febrilmente posada encima de un nopalito bien erguido, en el kilómetro cero ubicado amenamente a 11.85 metros hacia el oeste de la puerta principal de Palacio Nacional. Ahí. Ahí mero se organiza anualmente una vendimia de libros. Hay lecturas, presentaciones y conciertos. Qué chulada ver a la plancha del zócalo repleta de lectores ávidos y flaneurs ocasionales con ganas de exaltar su alma leyendo.

Sin embargo, es importante decirlo: ir a una feria de estas características y adquirir los libros que venden en las mesas de novedades del Sanborns es un acto de llana babosada.

La FIL del Zócalo es el sitio idóneo para aprovechar los locales de editoriales independientes y adentrarse en literatura mexicana que no siempre está distribuida o publicitada de forma masiva.

Quiero en esta columna exponer un par de libros tras los que iré, Dios mediante, el sábado. Si alguno le llama la atención, pues ya sabe dónde. Este es mi checklist personal, incluso imprimiré la columna y ya destiné dos del de $500 para tales efectos. Adiós, matrimonio Kahlo-Rivera.

Gonzalo Trinidad Valtierra formó parte de la última generación de alumnos sabatinos de Eusebio Ruvalcaba y fue becario de la Fundación para las Letras Mexicanas. Recuerdo sus cuentos con cariño. Maduros, pacientes y sin miedo a narrar eso por lo que vinieron al mundo. Vodevil Ediciones, en el stand 59, ofrece su primer libro de cuentos intitulado Dios prefiere a los bastardos. Ahí mismo uno puede toparse con Te amaba y me chingaste, de Nora de la Cruz, campechana novela mezcla de tacos y amor que destaca por su lenguaje de libro vaquero y regusto a Cuadro Sentimental. Un experimento divertido que me deja con todas las ganas de leer los cuentos que también publicó recientemente con el título de Orillas con Paraíso Perdido.

Paraíso Perdido es la editorial emergente más interesante que existe hoy en día. Su apuesta editorial es tan arriesgada y emocionante que básicamente uno puede elegir uno de sus libros al azar y llevarse una sorpresa. Entre sus títulos se encuentra La piel de la mujer foca, el libro con que Mario Sánchez Carbajal ganó el Yáñez de cuento el año pasado, premio que se suma a su Julio Torri de cuentos breves, su Arreola de cuento y su Rulfo de Primera Novela. ¡Vaya semblanza!

También en Paraíso figura Himnos de Eduardo de Gortari, del cual he escuchado buenos comentarios y Cien caballos en el mar, de Alfonso López Corral, mi cuentista mexicano vivo favorito. Incluso pueden hacerse del primer tomo de El Hambre Heroica, antología de cuentos mexicanos que tuve por suerte seleccionar. Dense un clavado y elijan en los stands 24 y 25. No hay pierde.

En el stand 32 se encuentra Cuadrivio Ediciones. Alejandro Magallanes, cuyo afamado trabajo gráfico está dotado de una belleza indiscutible, presenta Otros títulos, un ejercicio de poesía visual que se antoja interesante.

Encuentran la primera novela de Leonardo Teja en el Stand 23, editada por Ediciones Antílope. La prosa y los temas del buen Aceituno son experimentales, inusitados e impredecibles. Novela del absurdo sobre lo inminente. Wow. Desde el título uno se queda maravillado: Esta noche, el gran terremoto. Propongo a Leonardo Teja como integrante y columna principal de una hipotética segunda antología El hilo del minotauro: cuentistas mexicanos inclasificables.

Dos libros más que quiero leer. Alto Contraste de Jonathan Minila, stand 176 de la UNL y Que parezca un accidente de Elma Correa, stand 47 de Nitro/press. Este último lo recomienda Franco Félix, que no es poca cosa.

La muerte de José Emilio Pacheco dejó el título de gran cronista de la Ciudad de México vacío. Dos nombres indiscutibles alzan la mano interesados en ocuparlo: Héctor de Mauleón y Vicente Quirarte. Yo sumaría un nombre para concretar la terna: Jorge Pedro Uribe Llamas. Amor por la Ciudad de México y Novísima grandeza mexicana (¡hay que tener huevos para ponerle a un libro así!) están disponibles en Mexicanísimo Editorial, stand 118.

¡Uff!

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