Cuando este columnista era un jovenzuelo, los espectáculos de medio tiempo del Super Bowl eran un plomazo: aparecían bandas universitarias o un grupo vocal, que los jóvenes probablemente no conocen, llamado Viva La Gente, estelarizando carnavales de plástico y merengue. Poco a poco, la NFL fue echando mano de artistas importantes —en términos de mercado—, aprovechando que es raro quien rechace la oportunidad de presentarse en el evento televisivo de mayor audiencia. Arrancando los 90, vimos en ese escaparate a artistas populares e inofensivos como New Kids On The Block, Gloria Estefan, Michael Jackson o Diana Ross. En el primer año de este siglo, siguieron esa tendencia: Phil Collins, Christina Aguilera, Enrique Iglesias… Pero luego, los productores del show, que cambian con frecuencia, empezaron a reclutar artistas legendarios del rock: Aerosmith —con Britney Spears—, U2 —con un show emotivo, diseñado para dar consuelo tras el recién ocurrido ataque a las Torres Gemelas—, los Rolling Stones, Paul McCartney, Prince, Tom Petty & The Heartbreakers, Bruce Springsteen y The Who, entre otros. Se volvió una especie de recompensa y medalla a carreras brillantes. También fue en esos años cuando ocurrió el famoso escándalo de Janet Jackson: un defecto de su vestimenta —o al menos eso asegura ella, alegando que no fue premeditado— permitió que casi 100 millones de personas observaran por unos breves segundos uno de sus pezones. Ardió Troya. Se multó a los responsables, por indecentes. Los más conservadores escribieron cartas rabiosas a la NFL por introducir un pezón a la intimidad de sus casas.

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En esta década se ha seguido la misma tendencia. El show es para las estrellas que tengan una carrera sólida y popular. Por ahí han pasado en fechas recientes Beyoncé y Bruno Mars… Kathy Perry y Coldplay… Lady Gaga y Justin Timberlake… Este año, el numerito está a cargo de Maroon 5, acompañados de la gran estrella del hip hop actual, Travis Scott, y de una leyenda de Atlanta, la ciudad sede, Big Boi, de Outkast. No ha sido fácil reunir este talento en este año.

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Resulta que hay varios artistas a los que invitaron antes que a Maroon 5 que rechazaron el honor, lo que antes hubiera sido inconcebible. La mayoría son afroamericanos, en solidaridad con Colin Kaepernick, exmariscal de campo de los San Francisco 49ers. Este hombre fue de los que iniciaron la tendencia de protestar contra el racismo hincándose durante la interpretación del himno nacional de EUA antes de cada juego. Es una manifestación respetuosa pero firme contra el abuso del poder policiaco y otras injusticias cometidas por el Estado en contra de jóvenes afroamericanos. Muchos entusiastas de la NFL se enfurecieron con su gesto. Trump lo sigue insultando por ello. Y los dueños de los equipos han decidido no contratarlo más. No es el mejor jugador, pero hasta donde entiendo, hay varios menos talentosos que sí tienen trabajo. Al parecer, en la Liga no hay espacio ni para la disidencia ni para la libre expresión.

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La primera en decir que no, según varios medios, fue Rihanna. Entonces llegó Maroon 5 al relevo. Invitaron a Cardi B y mejor les dio las gracias. Jay-Z ha dicho en una canción que lo invitaron pero pasó. Se dice que trataron de fichar a varios de los raperos locales y solo accedió Big Boi. Las críticas no se han hecho esperar. Los involucrados en cada entrevista tienen que explicar por qué accedieron. Hay peticiones firmadas por miles en Change.org para que no acudan o se arrodillen durante su actuación. Les llueven críticas. Han tenido que donar cantidades importantes de dinero para beneficencias, tratando de mitigar los cuestionamientos. Y por si fuera poco, Maroon 5 canceló conferencia de prensa y entrevistas. La NFL no quiere que la banda hable con medios antes del show. Así de caliente está la cosa. Habrá que ver que pasa a la mera hora. Pero pinta que habrá controversia. Eso sí, quizá no tan grande como aquella del pezón que salió sin ser convocado.

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