Margarita trabaja en la casa de Rebeca y Agustín, quienes son sus empleadores y tienen dos hijas. Te contamos un poco de lo que sucede en esta relación laboral… ¿se respetan los derechos de las trabajadoras del hogar?, ¿te identificas con algo?

Mito 1: Rebeca sabe que Margarita quiere mucho a sus hijas y por eso le pide que las cuide desde la hora del desayuno, hasta que vean la tele después de cenar, acompañándolas en todas sus labores del día. 

Realidad: La jornada laboral de los trabajadoras del hogar, así como la de cualquier trabajador, no debe ser mayor a 8 horas, contando la comida. Las horas adicionales a esta jornada deben pagarse como horas extras. 

Mito 2: Para Rebeca y Agustín, Margarita es como de la familia.

Realidad: La trabajadora del hogar es una empleada y tiene derechos laborales como tú o cualquier otra persona trabajadora. Las  relaciones de cariño que se lleguen a generar con la convivencia, como en cualquier otro trabajo, no tienen nada que ver con el total cumplimiento de sus derechos laborales. 

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Mito 3: Agustín y Rebeca le pidieron a Margarita que les acompañara a Acapulco. Margarita no pudo descansar porque estaba al cuidado de las niñas, se encargaba de hacer la comida y de limpiar, entre otras cosas.  Cuando Margarita pidió días de descanso, se los negaron diciéndole que acababan de salir de vacaciones familiares. 

Realidad:  Por ley, la trabajadora del hogar tiene derecho a sus días de descanso. A decidir dónde, con quién y cómo pasa su tiempo libre. Si como empleador la invitas a ayudarte durante tus vacaciones, para ella eso es trabajo.

Mito 4: Agustín y Rebeca necesitan que Margarita viva en su casa como trabajadora de planta. En pandemia, por miedo a los contagios. A Margarita le pagan menos por el hecho de dormir y comer en su casa, lo que contraviene los derechos de las trabajadoras del hogar.

Realidad: El salario justo de una trabajadora del hogar por una jornada laboral de 8 horas es aproximadamente de 300 pesos al día. Si vive en casa de los empleadores, estos deben asegurarse de proporcionarle, además, comida y vivienda digna y momentos de descanso o recreación. Todo esto debe venir estipulado en su contrato de trabajo. 

Mito 5: A Margarita sus empleadores le dieron un bonito regalo de Navidad, pero no le dieron su aguinaldo. 

Realidad: Ningún regalo puede suplir una prestación laboral y Margarita, como trabajadora formal que es, tiene derecho a recibir íntegro su aguinaldo, conforme lo dicta la Ley Federal del Trabajo. Eso sí, el regalo es opcional. 

Mito 6: Rebeca y Agustín no consideran necesario pagar el seguro social de Margarita y prefieren pagarle un doctor particular si lo llega a necesitar. 

Realidad: La incorporación de las trabajadoras del hogar al seguro social es ya una obligación para los empleadores y empleadoras, pues les otorga otros derechos, como fondo para el retiro, acceso a guarderías o Infonavit. 

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Mito 7: Con la pandemia, Agustín decidió cambiar de giro y abrir un negocio de postres en casa, pero cuando no puede atenderlo le pide a Margarita que lo haga, como apoyo. 

Realidad. Como en cualquier trabajo, es muy importante que las trabajadoras del hogar tengan un contrato laboral en donde se acuerden horarios, actividades, salario y prestaciones.  Todo lo que salga de ese contrato, deberá ser una nueva negociación entre la trabajadora del hogar y quienes la emplean. 

Mito 8:  Con la pandemia, Rebeca y Agustín ya no pudieron seguir pagando el salario de Margarita, así que le dieron las gracias por sus 10 años de trabajo y le dijeron que, en caso de volver a necesitar sus servicios la buscarían, pues le tienen gran estima y confianza. 

Realidad: Terminar una relación laboral con una trabajadora del hogar implica, como en cualquier otro trabajo, pagar la liquidación completa conforme a la Ley Federal del Trabajo. De otro modo, Margarita no solo queda desprotegida en un momento de mayor vulnerabilidad, si no que Rebeca y Agustín están faltando a sus obligaciones legales.