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26 de septiembre 2019
Por: DeMemoria

Las marchas de Ayotzinapa: cuando las calles clamaron justicia

La primera de las marchas de Ayotzinapa comenzó al grito de “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos! ” en la Ciudad de México.

Entre verdades históricas, informes y teorías, la única certeza es que durante los últimos minutos del 26 y los primeros del 27 de septiembre del 2014, 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa fueron atacados en Iguala, Guerrero, y desaparecieron sin que hasta el momento se sepa realmente qué sucedió, por qué y quiénes estuvieron involucrados. A raíz de la desaparición de los normalistas, miles de personas tomaron las calles para clamar por justicia, misma que a cinco años de la tragedia, no llega.

Manifestaciones representativas

No todos se dieron cuenta inmediatamente de la dimensión de lo sucedido. En un momento que parece eterno, en el que Guerrero tenía continuamente enfrentamientos con el narco y fosas clandestinas, un ataque por la noche a 43 personas, en Iguala, parecía parte de la enferma cotidianeidad. Poco a poco la palabra “estudiantes” comenzó a tomar fuerza, reviviendo un suceso similar en la historia de México, cuando un 2 de octubre de 1968, cientos de personas perdieron la vida. La indignación tomó las calles y el 9 de octubre miles de personas se manifestaron en la primera megamarcha en apoyo a los padres de los 43 estudiantes desaparecidos.

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9 de octubre: marchan en México y en el mundo

Fue la primera gran marcha por Ayotzinapa. Al grito de “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos! ”, el contingente partió del Ángel de la Independencia con destino al Zócalo capitalino. Los padres de los 43 estudiantes desaparecidos encabezaron la marcha, a la cual se integraron familiares, compañeros sobrevivientes, estudiantes y miles de capitalinos que se negaban a quedarse con los brazos cruzados ante la injusticia. Al llegar al primer cuadro de la ciudad, padres de los estudiantes narraron el dolor y la desesperación que solo puede causar la pérdida de un hijo y la incertidumbre de no saberle vivo o muerto. Las voces de representantes de asociaciones civiles, como las de el actor Daniel Giménez Cacho y el vocalista de Café Tacvba, Rubén Albarrán, clamaron por respuestas, y Pedro David García López, quien logró huir esa fatídica noche, narró el terror que vivió junto a sus compañeros.

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La indignación traspasó fronteras y mexicanos en el mundo entero acudieron a las embajadas de los países que habitaban a exigir justicia a su patria, porque la solidaridad no sabe de visas ni pasaportes. A esta marcha le seguirían decenas de manifestaciones hasta llegar a la que iluminó con esperanza la negra noche.

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22 de octubre: una luz por Ayotzinapa

Tras 26 días en los que sus hijos no habían dormido en sus camas, ni abrazado a sus familias o siquiera haber dado señales de vida, una vez más, los padres de los 43 estudiantes se prepararon para marchar. La manifestación reunió a ciudadanos de todas las edades y clases sociales, y convocó a miles de universitarios de todo el país que, hartos de no tener respuestas sobre el paradero de los jóvenes que como ellos sólo buscaban una mejor educación, decidieron alzar la voz y prender una vela en señal de esperanza.

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Si la manifestación del 9 de octubre había congregado a miles de personas, la del 22 demostró que el Zócalo capitalino es más pequeño de lo que creemos, cuando miles de personas tuvieron que permanecer sobre avenida Juárez debido al nulo espacio que quedaba en el kilómetro cero de la ciudad. Con velas en las manos, esperanza en sus corazones y anhelo en el rostro, los asistentes exigieron justicia y el regreso de los estudiantes a sus casas a una autoridad que no daba ninguna explicación de lo sucedido, ni lo haría hasta el 7 de noviembre, cuando el entonces procurador de justicia de la ciudad dio una reconstrucción de los hechos llena de vacíos que causó repudio e insatisfacción, y que terminaría de empeorar con la respuesta de Murillo Karam ante los cuestionamientos: “ya me cansé”.

La indignación provocada por esta verdad histórica, causaría un alto grado de tensión, el intento de incendio a Palacio Nacional y el uso del cuerpo de granaderos para mitigar las siguientes protestas.

¿Quieres saber qué sucedió tras las declaraciones de Murillo Karam? Continúa leyendo en DeMemoria.

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