En tiempos donde los festivales de EDM abundan (aunque no aporten nada original), DJs “ponle play” son headliners de festivales en todo el mundo, y el hiphop es el género más escuchdo del planeta (según Spotify), ver que una banda de rock llene el escenario donde se presenta es como una bocanada de aire puro.

La banda de apenas cinco años de vida y conformada por Justin Young, Freddie Cowan, Árni Árnason y Pete Robertson, logro llenar El Plaza Condesa desde el escenario hasta el fondo donde se manejan las consolas de audio e iluminación. Además, a diferencia de muchos conciertos en los años recientes, aquí no se vio gente platicando en la barra, o “grabando” con su iPhone. El público que fue estaba observando, escuchando, cantando, brincando y sudando, justo lo que se debe hacer en un concierto.

Poco después de las nueve de la noche, la banda apareció en el escenario para comenzar el show con “Handsome”, tema que también abre su recientemente lanzado tercer disco English Graffiti. Dos minutos después, la clásica y punketa “Wreckin’ Bar (Ra Ra Ra)” puso a brincar a la mayoría de los presentes, cosa que se vio la mayoría del tiempo del concierto.

A diferencia de lo que se pudiera haber esperado, el setlist no estuvo conformado por todo el nuevo disco, al contrario, fue una equlibrada lista que alternó temas de sus tres estapas. Del aclamado What Did You Expect From The Vaccines sonaron temás como “Wetsuit” y “Wolfpack”; del segundo trabajo Come Of Age algunas como “Ghost Town” y “Teenage Icon”, y del disco presente, el sencillo “Dream Lover” y “Minimal Affection” fueron algunas de las que la banda tocó.

Los más grandes éxitos obviamente no faltaron, así que cerca del final se escuchó “Post Break-Up Sex”, “If You Wanna” y “All In White”, tema con el que se despidieron momentaneamente. Minutos después de tomar un descanso, Justin regresó al escenario solo con su guitarra acústica para tocar “No Hope”, de su nuevo material.

La banda completa volvió y El Plaza explotó de nuevo con “Radio Bikini”, justo antes de terminar con “Nøorgard”, y así despojar de toda la energía restante al público. Con todo y playera de la selección mexicana de fútbol, la banda se despidió y agradeció a la siempre entregada afición chilanga.

Fue un potente, estruendoso, movido y sudoroso concierto, que contrastó con el elegante y clásico telón rojo que la banda utilizó como escenografía. Sin duda, ya hacía falta y se extrañaba un show así, bien por The Vaccines y por sus fans que no dejan morir la música hecha con instrumentos.

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