Pasó una década desde la última vez que los Rolling Stones pisaron tierra chilanga, 10 años que fueron una eternidad y hasta por un momento parecía que alguna de sus “Satánicas Majestades” dejaría este mundo antes de regresara México.

Afortunadamente, Mick Jagger goza de una gran condición atlética a sus 72 años y es envidiada hasta por artistas pop 40 años más jóvenes que él; Ron Wood, Charlie Watts y Keith Richards tienen un pacto con el Diablo que no les permite fatigarse cuando tocan Rock & Roll, cuando están en el escenario, cuando están inspirados aún con siete décadas que pesan sobre sus cuerpos.

Desde las 17:30 horas había fervientes fans de antaño y “millenials” que seguían los pasos de sus progenitores en la entrada principal del Foro Sol, dispuestos a correr para apartar el mejor lugar posible y ver lo más cerca que se pudiera a los ídolos de cinco generaciones, ya que se negaron a pagar groseros 10 mil pesos por un boleto en la sección Platino.

Luego del paso sin pena ni gloria de Little Jesus, una semblanza del América Latina Olé Tour se desplegó en las pantallas. Eran las 21:00 horas, con puntualidad inglesa, un riff de Start Me Up junto con algunos fuegos artificiales hicieron retumbar el piso, cientos de cervezas eran lanzadas por seres con chaquetas de cuero y una lengua carmín en la espalda, algunos de ellos en los treinta, otros, casi de la misma rodada que la legendaria banda.

¡Buenas noches, hola México! Nos gustó un chingo estar de vuelta, tomamos tequila y nos gusta el mezcal”, explicó Jagger en un español poco fluido y que se nota practicó para hacer empatía con las 60 mil almas que convocó. Tumbling Dice mostró lenguas que mutaban en dados, Street Fighting Man ganó la votación entre los fans a través de redes sociales y Wild Horses provocó un cambio de vestuario de todos los integrantes, quienes siempre lucen modelos de diseñador.

El espíritu de Brian Jones resaltó con Paint It Black, aunque el tiempo ha mermado la velocidad en las prodigiosas manos de ambos guitarristas. Richards mostró el amor que tiene al blues y le rindió tributo con You Got The Silver y Before They Make Me Run. Midnight Rambler es una joya, lo mejor de la noche con más de 10 minutos de improvisaciones y una gran muestra de talento que destiló del escenario.

Sympathy For The Devil, Brown Sugar, You Can’t Always Get What You Want y Satisfaction son himnos que no pasan de moda, porque es solo Rock & Roll; porque no importa que sus cuerpos parezcan avejentados y llenos de arrugas, los Rolling Stones son inmortales, épicos, históricos, y México quizá los verá por última vez el próximo jueves.

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