Podríamos decir mil cosas sobre por qué Robert Plant es un ícono. Pero sería repetir lo obvio. Ayer, la voz grabada de un anunciador abrió el concierto recitando el curriculum del impresionante Plant, dejando en claro por qué todos los presentes estábamos viendo una leyenda. El narrador dijo que veríamos a uno de los músicos más talentosos de la historia y a la verdadera voz del rock & roll, entre otras cosas.

Pero nada nos pudo haber preparado para lo que llegó.

La noche arrancó con una pesada versión de “Tin Pan Valley”, la cual hizo que retumbaran las paredes del Auditorio Nacional. No pasaron ni diez minutos antes de que Plant y su sexteto de grandes músicos soltaran el primer cover a Led Zeppelin. Fue “Friends” y la audiencia, que había permanecido algo calmada se alocó al escuchar una canción de la legendaria banda.

Los covers de Led Zeppelin no faltaron a lo largo de la noche. Y quedó más que claro que la gran mayoría de los asistentes fue sólo a escuchar eso. El bluesero cover a “Spoonful” –de Howlin’ Wolf– fue bastante bien recibido mientras que la potente “Black Dog” vio el primer coro masivo de la noche.

Cabe aclarar que Plant no llegó a pararse y reinterpretar los clásicos de Zeppelin. Llegó a reinventarlos. Con ayuda de su banda y toda una gama de instrumentos que iban desde lo clásico hasta lo extraño, el vocalista alteró los himnos con los que se volvió leyenda. Elementos de World Music, se cruzaron con música celta, hard rock setentero y sintetizadores. Los nuevos arreglos de las canciones las hacían sonar frescas y clásicas a la vez.

Había duetos en idiomas africanos, y secciones en las que el propio Plant hacía un paso de baile muy al estilo de Lord of the Dance, mientras su tecladista lanzaba embrujantes melodías y el baterista hacía ecos del trabajo de John Bonham.

Conforme avanzaba la noche parecía que la experimentación e improvisación musical aumentaban; y para la octava canción los temas de Plant como solista y de su famosa exbanda habían sido alterados completamente. A pesar de eso, Robert Plant nunca dejó de asombrar a la audiencia y de interactuar usando lo poco que sabía de español y agradeciendo a los miles de personas que se habían reunido a verlo. Su voz obviamente no es la de antes, pero no está descuidada: tiene la misma potencia de siempre, todo se ha conservado prácticamente intacto, excepto el tono de voz que irremediablemente se ha vuelto más grave.

“Ramble On” fue un cambio radical en el ritmo del set e hizo que muchos de los que habían permanecido sentados todo el concierto se pusieran de pie para headbangear al ritmo de la icónica canción de 1969. De ahí las cosas no bajaron de intensidad. Con una muy cambiada versión de “Whole Lotta Love”, el público se volvió loco, saltó y gritó en su asiento, al mismo tiempo que Plant repetía la palabra “love” con los alaridos que lo han caracterizado por toda su carrera. El vocalista se despidió pero la audiencia no se sentó, exigiendo más del legendario músico.

Regresó a los pocos minutos para interpretar una versión de “Going To California”, que era sorprendentemente fiel a la original. Sobra decir lo emotivo que fue (para muchos es lo más cerca que estuvieron y estarán de ver a su banda favorita). Al terminar recibió una fuerte ovación y pausó para presentar la siguiente canción. A lo largo de la presentación se había comunicado con su público usando el poco español que sabía, agradeciendo estar de regreso y la calidez de la audiencia, pero aquí decidió hablar en inglés. Anunció que la siguiente canción era una que había viajado por todo el mundo y cambiado de atuendo, que haría bailar a todos los presentes.

Plant preguntó si estábamos dispuestos a bailar y a mover las caderas, a lo que la audiencia respondió con un fuerte grito. Así soltaron una muy cambiada versión del clásico “Rock & Roll”. No tenía nada de rock & roll, había sintetizadores, la batería era algo diferente de la original, los toques de música celta regresaron y parecía que la habían diseccionado y rearmado como otra canción. A pesar de eso, el público amó la versión y el propio Plant liberó el potencial de su voz para demostrar que todavía puede hacer interpretaciones épicas que conquistan a cualquiera.

Agradeció nuevamente a México por su calidez e hizo una caravana con toda su banda para recibir una última ovación con la promesa de que nos volveríamos a ver.

Robert Plant está a la altura de su leyenda, su voz, aunque más grave, es igual de potente que siempre y sus lamentos y poderosos gritos siguen siendo tan únicos como hace cuarenta años. Entre canción y canción es tan encantador como cualquier caballero inglés, amable y cálido como un viejo amigo que no habías visto en años. Pero lo más importante es que es un genio musical que logra reinventar su música para hacerla sonar clásica y fresca, algo nuevo y viejo a la vez. Se podrán decir muchas cosas sobre él, tanto buenas como malas, pero lo que es un hecho es que Plant sigue siendo lo más cercano que tendremos a una personificación del rock & roll.