Pruebas de sonido, botellas de whisky, un suéter roído sobre un amplificador, un chico rubio escuálido, de cabello pajizo haciendo pruebas en los estudios Sony en New York al lado de sus dos fieles acompañantes (Kris Novoselic y Dave Grohl), pocas ganas de tocar, una mente inestable y frágil.
Era noviembre de 1993, Kurt Cobain se preparaba para dar un show en la Gran Manzana. MTV persuadió a la banda de tocar algo más ‘light’ al que acostumbraba, la idea no fue bien recibida por Kurt y menos por Dave Grohl, quien no solía bajar los decibeles cuando estaba frente a la batería.
Las adicciones de Cobain ya se notaban, un semblante demacrado y el temblor repentino de sus manos mostraban lo hundido que estaba en su depresión, esa depresión que muchas veces lo inspiró a escribir letras crudas y viscerales.
Meses antes las drogas y el alcohol ya eran parte del menú del vocalista, las peleas con Courtney Love eran consecuencia de los abusos, la violencia había llegado al límite cuando Cobain amenazó a su esposa con un arma y la policía tuvo que intervenir en su casa de Seattle para arrestar al líder de Nirvana.
MTV quiso obligar a Nirvana a tocar un ‘setlist’ y de una forma que tenían planeada previamente. Cobain y compañía se negaron, interpretaron rolas que pocas veces tocaban y varios covers de David Bowie (“The Man Who Sold The World”), Leadbelly (“Where Did You Sleep Last Night?”), Meat Puppets (“Plateau”, “Oh, Me” y “Lake Of Fire”), The Vaselines (“Jesus Doesn’t Want To Me For A Sunbeam”).
La banda ignoró los requerimientos de MTV, compañía que incluso les pidió no subir colaboradores durante la presentación, Nirvana sólo querían tocar. Cobain sufría amnesia repentina, se dice que en ocasiones un ‘teleprompter’ escondido en el escenario ayudaba al vocalista a recordar las letras durante la presentación.
Los éxitos estuvieron ausentes, Cobain ya odiaba la fama, los éxitos, la admiración de todos; para ese entonces ya se “odiaba a sí mismo y quería morir”. “In Utero” acababa de ser completado, una masa de canciones que reflejan el “enojo” ante una sociedad que el vocalista no comprendía.
Cobain ya se había distanciado de Novoselik y Grohl, no soportaba estar a su lado y menos, al saber que a su baterista le gustaban los reflectores. Era el preámbulo y la invocación de la muerte, Kurt la anhelaba, la deseaba, no sólo en su persona, en su música.
Grohl dijo alguna vez que el ambiente en los estudios Sony era como estar en un funeral, Kurt era frío, como un “cadáver en proceso de descomposición”.
Inseguro, confundido, el guitarrista de Nirvana sentía pena de estar en un escenario como el de MTV, no quería parecerse a Eddie Vedder (Pearl Jam) u otros que habían estado en la tarima para mostrar sus “dotes acústicos”.
Nirvana ensayó más de tres horas las nuevas canciones, Cobain estaba harto, pedía a Grohl bajar la intensidad de sus “golpeos” pero no entendía. Hubo momentos en que estuvo a punto de abandonar los estudios.
Finalmente, el espectáculo se dio, Cobain lució disperso pero intentó mantener su “odio” lejos del escenario, apenas 14 canciones en poco menos de una hora, Nirvana logró hipnotizar al escaso público invitado a la sesión y tiempo después, a los millones que vieron la presentación por TV.
Poco después se internaron en una gira por Europa,en marzo de 1994, Cobain intentó suicidarse por una sobredosis de drogas en Roma, Italia, la atención oportuna de los médicos lo salvaron (temporalmente) pero su “amnesia” empeoró.
Era el ocaso de una carrera, una efímera estancia en el estrellato del rock. Cobain deseó la muerte más que nadie a sus 27 años, el Unplugged fue la invocación al más allá.