Botas altas de casquillo, chamarras y pantalones de cuero, medias negras rotas o roídas, cabelleras con una elongación debajo de la cintura y la emoción del regreso de Motörhead luego de 13 años de ausencia en nuestro país era el motivo para que una manada de seres obscuros inundaran desde temprana hora el Palacio de los Deportes.

Pero Lemmy Kilmister, Phil Campbell y Mikkey Dee no venían solos, un ejército de seis bandas de manufactura infernal, acompañaban a los amos del Heavy Metal y Hard Rock para el Force Festival en el ‘Domo de Cobre.

Pinhed, originarios de Houston, Texas, se encargaron de abrir la sesión con máscaras, armaduras y espadas, que producían sonidos densos; Luis Matos, guitarrista y líder de la banda gustaron entre una escasa audiencia y prometieron regresar en breve.

Los portugueses de Moonspell tuvieron mejor fortuna; un nutrido grupo de seguidores se deleitó con el Doom y Speed de la banda liderada por Fernando Ribeiro; temas como ‘Alma Mater’, ‘Opium’, ‘An Erotic Alchemy, ‘Wolfshade (A Werewolf Masquerade)’ entre otros temas comenzaron a calentar los ánimos de las almas mexicanas que levantaban su puño en señal de aceptación.

El metal sinfónico de Haggard hizo levantar aquellos que tomaban un breve descanso; ‘Eppur Si Muove’ y ‘The Final Victory’ fue de lo más ovacionado, pero el clímax llegó cuando tocaron el Himno Nacional Mexicano con violines que les valió una ovación general del público durante más de dos minutos.

Luces dantescas dieron paso al Hardcore Punk y Trash Metal de Suicidal Tendencies, quienes complacieron a sus seguidores con ‘War Inside My Head’, ‘You Can’t Bring Me Down’ e ‘Institutionalized’ gracias a los ásperos guitarrazos de Mike Muir, Dean Pleasants y Eric Moore.

Chuck Billy hizo estremecer con la gravedad de su voz la cúpula del Palacio, con pantalón de Mariachi y un repertorio que incluyó rolas como ‘Practice What You Preach’, ‘Into The Pit’ y su clásico ‘Over The Wall’ hizo que miles de fanáticos tomarán por asalto la pista central del recinto.

El vocalista portó con orgullo la Bandera de Nacional y recordó con orgullo una de sus presentaciones en el Circo Volador en 2011, donde quedó fascinado por la aceptación que tuvieron en aquella ocasión.

Un retraso significativo de una hora en los horarios no fue impedimento para que la mitad de la entrada valiera la pena por el poder y energía de Anthrax; la voz de Joey Belladonna refrescó las descargas de metal pesado anteriores y dio paso a ritmos más limpios.

Belladonna junto a Scott Ian, Frank Bello y Charlie Benante revivieron a las almas en pena que agonizaban en las orillas de la pista para recargar los ánimos; el cover ‘T.N.T’ de AC/DC enfureció a los ávidos al metal para que el ‘Slam’ estallara en su máxima expresión, incluso algunos venturosos volaban por encima de la multitud para emular un sacrificio a la banda norteamericana.

‘In The End’, ‘Madhouse’, ‘Indians’, y otro par de covers Raining Blood (Slayer) y ‘Friggin’ In The Riggin’ (The Sex Pistols) fundieron el Domo por los intensos aplausos que se llevó la banda tras 60 minutos de intensa calidad, con la promesa de un regreso en 2014 con disco de reciente hechura en sede por definir.

A las 23:00 horas los organizadores cortaron el suministro de bebidas y alimentos, apenas se montaba el escenario para ver a Kilmister y compañía cuando los asistentes se arremolinaban en los pocos locales aún abiertos para adquirir las últimas viandas disponibles.

Pero la sed y el hambre no detuvieron a 13 mil metaleros hambrientos de guitarrazos; en medio de una densa niebla la guitarra de Campbell dio pie a los acordes ‘I Know How To Die’ que levantó del letargo a las almas que iban cayendo por el cansancio después de siete horas de espera.

Con un sonido no tan pulcro, ‘Damage Case’ comenzó a sonar en el bajo de Kilmister, las melenas volvían a encenderse para girar infatigables sobre su propio eje.

“We’re Motörhead and we play rock n’ roll”, exclamó la voz agüardientosa de Kilmister mientras los puños se encendían.

‘Stay Clean’ demostró que la barba más famosa del Metal-Hard Rock y compañía no se han oxidado en lo absoluto, a 24 años de su aparición en su segundo álbum (‘Overkill’) sigue sonando con la potencia necesaria para evitar cualquier parpadeo.

‘Metropolis’ y ‘Over The Top’ sonaron lejanas por ocasionales fallas en el audio; pero un memorable solo de guitarra de Campbell que dio pie a ‘The Chase Is Better Than the Catch’, hizo olvidar rápidamente los yerros técnicos gracias a la impecable ejecución del instrumento adornado con leds verdes, que asemejaban una nave espacial.

Los feligreses adictos a los sonidos pesados apenas habían vuelto a recobrar fuerzas cuando ‘Rock It’ puso a brincar hasta al más estático; la mezcla de metal y blues de ‘You Better Run’ hizo que más de uno quisiera tener una Harley Davidson a la mano para recorrer una carretera polvosa con el sol ardiendo encima.

Una obra maestra, indescriptible la muestra de calidad de siete minutos que duró en la batería Mikkey Dee; sólo leyendas como John Bonham o Ginger Baker alcanzarían la potencia y velocidad que enseñó con las batacas en ‘The One to Sing the Blues’.

‘Going To Brazil’ y ‘Killed By Death’ siguieron con la misma tónica ardiente en la tarima.

Empero, ‘Ace Of Spades’ prendió a la horda metalera; patadas, puños y empujones se soltaron al por mayor en medio de la pista para alimentar a una famélica afición que esperó más de una década para ver a Kilmister y compañía.

Overkill’ puso fin a la sesión de potentes sonidos que apenas superó los 70 minutos de las casi dos horas que habían pronosticado los organizadores, los fans más acérrimos se quedaron con ganas de escuchar ‘Orgasmatron’ y otros éxitos de la banda inglesa.

Una precaria estancia en el escenario de Motörhead no puso en duda que a pesar del tiempo, el Heavy Metal y el Rock no envejecen, el cuero es el que se arruga.