a) Saúl Hernández estuvo a punto de perder la voz por problemas en las cuerdas vocales. Tuvo que ser sometido a unas 40 cirugías. Todo empezó justo después de la tocada con los Rolling Stones; Hernández dejó de cantar dos años y medio. «Hoy le doy gracias a dios por ese momento: eso tenía que pasar, como cuando algo en tu cuerpo truena y de inmediato se arregla», dice hoy Saúl.

b) Los hijos de Diego Herrera, adolescentes, desconocían hasta hace poco la importancia de Caifanes. Cuando su padre les hablaba de las glorias de la banda, sus vástagos no le creían. «¡Me cae que fue una banda importante!», insistía. Los hijos habían visto a su padre como director artístico de BMG, como compositor de jingles, como productor de Fratta, interviniendo en películas de Gerardo Tort y obras de teatro como Oleanna, pero no como rockstar. Hasta que Diego tuvo una participación con los Jaguares y un asistente del concierto le pidió un autógrafo, sus hijos creyeron las historia de la banda gloriosa en la que tocaba su papá.

c) En febrero de 2010 Sabo Romo sufrió un infarto en Guadalajara. Fumaba afuera de un ensayo cuando «sentí como si me picaran el pecho con una motosierra». De no haber sido porque su amigo Eliseo Reina estaba cerca de él, el músico no hubiera sobrevivido. Le hicieron un cateterismo; al terminar la intervención, sintió la mayor energía que había sentido en años. La misma tarde de su alta del hospital, Sabo fumó y bebió café afuera de un OXXO. Contra todas las indicaciones médicas, cenó una hamburguesa de camarón.

d) Submarino del Aire es el nombre del estudio de Alfonso André, sobre la calle Cerro del Aire. Es una suerte de sótano pequeñísimo. Está en la casa de los padres de Alfonso; ahí mismo fue el primer ensayo de Las Insólitas Imágenes de Aurora y muchos de los Caifanes. Los padres, a pesar de tanto ensayo, jamás le reclamaron nada; no así algunos vecinos.
André se limita a decir que ahí han sido todas sus aventuras musicales; para él, Cerro del Aire es “Abbey Road del Tercer Mundo”.

e) La noche del 10 de junio de 2010, en Kansas City, Alejandro Marcovich se percató de que no podía moverse. Se derrumbó y convulsionó en el lobby de su hotel; a pesar de ello, ofreció un concierto en Kansas y dos en Chicago. En México le dijeron que ese episodio se trataba de un tumor en el cerebro. Se sometió a una intervención de 12 horas y estuvo un mes en el hospital. Uno de esos días, Saúl Hernández le envió un mail, tras 15 años de no comunicarse. Ese día le contó, entre otras cosas, que en el último concierto de Jaguares había pedido al público que rezara por él.

Los dioses ocultos

Habla Saúl Hernández, vocalista:

Creo que la palabra clave en el inicio de Caifanes es desahogo.

«Jamás imaginé un soldout en Coachella. Yo sólo quería un espacio de libertad, donde pudiera canalizar mi locura, y Diego, el primer caifán, satisfacer sus inquietudes musicales y de creación. Creo que la palabra clave en el inicio de Caifanes es desahogo. Sólo pensábamos en eso la primera vez que nos vimos en la azotea de mi casa, en la Del Valle, con mi mezcladora de cuatro canales y su sinte.
»Y sí, nos volvimos un parteaguas, pero no lo esperábamos. Pienso en la tocada que tuvimos en el Hotel de México; abríamos nosotros, luego tocaba Neón y cerraba Miguel Mateos. Estábamos acostumbrados a tocar en lugares pequeños: el 9, el Tutti, sitios así. Nunca habíamos tenido tanto dinero y producción como en la tocada del Hotel de México, nunca tanta gente. El lugar tenía lleno total. Cuando ves tanta gente, tanta cosa, no queda más que decir “échale huevos y no hay pedo”. Esa noche empezamos con “¿Será por eso?”. Los demás empezaron a tocar y justo cuando a mí me tocaba cantar, la gente se me adelantó. No se cuántas personas había, pero todos ya se sabían la canción. Me saqué mucho de onda y se lo dije a Sabo en ese instante; él nomás me volteó a ver, hizo una sonrisita cómplice, y me dijo: “Pues cántale, caón”.

No dejes que

Ni Saúl ni Alejandro ni Sabo ni Alfonso ni Diego han hablado de cómo organizaron el reencuentro. Tampoco de quién fue la iniciativa. Marcovich admitió que el mail de Saúl fue el preámbulo; que un día se encontraron a las 7 de la noche y se despidieron a las cinco de la mañana en un lugar desconocido: «No me quería morir sin hacer las paces con Saúl. No está padre tener un tumor, pero todo tiene un lado luminoso. Saúl se acercó y abrió una puerta para el reencuentro, más allá de la música, del grupo».

Saúl sólo se dice sorprendido; incluso, al final de la entrevista para este reportaje, dice: «Qué padre que teniendo mil cosas de las que podrían escribir, nos escogieron a nosotros». Diego Herrera responde la pregunta señalándose la muñeca, donde lleva un tatuaje en sánscrito que significa “gratitud”. Sabo habla de un proceso orgánico: recuerda el día que participó en el disco solista de Alfonso André, quien, al terminar de grabar, le dijo, como si le brotara de la tripa: «Pinche Sabo, se me había olvidado qué chingón tocas». Tras su tumor, Alejandro Marcovich no debe no debe estresarse: tras el escenario del reencuentro habrá un neurólogo cuidándolo.

Ni Saúl ni Alejandro ni Sabo ni Alfonso ni Diego han hablado de cómo organizaron el reencuentro.

Los Caifanes confirmaron una segunda fecha en el Festival Coachella, el 15 de abril. Con los ojos bien abiertos, Diego Herrera habla de esa fecha: «Hay un blog estadounidense que pregunta cómo es posible que en seis días se vendieran todos los boletos de Coachella, cuando normalmente eso toma tres semanas. Este güey culpa a México. Dice que la culpa es de una banda cuyo nombre ni siquiera puede pronunciar; que como sólo tenemos dos fechas, mucha gente del norte y de Estados Unidos va a aprovechar la oportunidad para ir a vernos. El güey del blog está muy enojado con los mexicanos: dice que los gringos deberían infiltrarse a la banda y hacer que no nos volvamos a hablar. Si supieran…».