Festejar a la muerte en México es toda una tradición y fiel a ella, Lila Downs ofreció su mejor actuación a un colorido Auditorio Nacional, que dejaba ver entre el público a catrinas ataviadas con trajes típicos de Oaxaca, Guerrero o Tabasco acompañadas de sus respectivos catrines con guayaberas de tonos llamativos.

Los fieles difuntos fueron homenajeados por la cantante que se presentó en un escenario con forma de ofrenda, adornado con flores de cempasúchil y papel picado. Las fotografías de Mercedes Sosa, Javier Solís, Pedro Infante, Emiliano Zapata, Chavela Vargas y tres de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, fueron parte también de este espacio al iniciar el concierto con “Cruz de madera.

“Una ofrenda de cantos para nuestros difuntos queridos, para los que están cercanos en nuestro corazón. Una ofrenda para nuestros vivos muertos y para los muertos vivos, para ellos está dedicado el show de hoy”, fueron las palabras de Lila previo a interpretar “Humito de copal seguida de “La burra”, sencillo desprendido de su último disco Balas y Chocolate, que dicho sea de paso, le dedicó al empresario estadounidense Donald Trump.

Engalanada con un traje blanco, carrilleras cruzadas y botas cafés, Lila interpretó “La Martiniana, son tradicional mexicano que popularizó el compositor oaxaqueño Andrés Henestrosa, para posteriormente dar la bienvenida a niños chiapanecos que bailaron el tema “Balas de chocolate”.

No podía faltar un elemento característico de la música mexicana: el sombrero de charro, mismo que Downs portó gallardamente para interpretar “La farsante”, compuesta por Juan Gabriel y “Vámonos de José Alfredo Jiménez.

La primera colaboración de la noche llegó de la mano del argentino Pedro Aznar quien cantó con la mexicana “Cuando me tocas tú, para dar paso a una celebración emotiva a la muerte. Apareció en el escenario el Grupo Tribu, que se caracterizó por introducir al público a la forma en que podrían haber sido ejecutadas las canciones en la época prehispánica. Junto a ellos, el grupo de danza Tloque Nahuaque, mismos que acompañaron a Lila a cantar “Mano negra.

“La música puede ser también, con mucha fe, una forma de rezo para que mejore nuestro país”, exclamó Downs con un segundo vestuario de falda blanca presumiendo el águila sobre el nopal, ante los fans que le ayudaron a cantar “La patria madrina, que sirvió de marco para protestar por la desaparición de los 43 estudiantes en el caso Ayotzinapa: “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos”.

“Son de difuntos” cerró la primera parte de la noche que Lila dedicaba a los que ya partieron al más allá y, no dejando conformes a sus seguidores, regresó al escenario para interpretar “Zapata se queda” y dar pie a la segunda sorpresa de la noche: Aida Cuevas, quien de manera exquisita acompañó a Lila Downs en “Cielo rojo y “No me amenaces.

Una botella de mezcal sirvió para que la cantante brindara con la audiencia previo a “El mezcalito y a la infaltable “Llorona, que pedían a gritos minutos atrás.

Con un Auditorio Nacional eufórico celebrando a sus muertos, Lila cerró la noche con “La cumbia del mole y un popurrí con temas como “La tequilera, “La reina del inframundo y “Pecadora.

“¡Gracias por creer en el poder de la música en estos tiempos; viva México!” gritó la Downs antes de despedirse de un colorido y festivo recinto, con diez mil almas celebrando a la muerte como sólo aquí se sabe hacerlo.