La noche del sábado la Swedish House Mafia visitó por primera y probablemente última vez el Distrito Federal. El trío de DJs actualmente se encuentra de gira por el mundo dentro de su One Last Tour, la gira con la que se despedirán de los escenarios antes de que sus integrantes regresen de lleno a sus proyectos solistas. La decisión podría sorprender ya que el grupo no estuvo tanto tiempo junto, en el 2008 decidieron unirse y realmente nunca hicieron un disco de estudio. Lanzaron dos álbumes recopilatorios, que incluían canciones originales, remixes, y temas de alguno de los tres integrantes como solista. Esa resultó ser la verdadera debilidad del trío, algo claro para todo aquel que vio más allá de las luces, pirotecnia y láseres que atascaron el Foro Sol.

Las cosas empezaron casi dos horas antes de que saliera la Swedish House Mafia con el DJ sueco Otto Knows. Desde el primer minuto quedó claro que sería una gran, gran fiesta… las gradas del Foro Sol temblaban como nunca, en momentos se sentía como si se fueran a caer y en la pista se veía un mar de gente ansiosa de bailar hasta el cansancio. Otto lo hizo bastante bien y durante un buen rato entretuvo a los presentes pero lo que querían era recibir a la Swedish House Mafia. En punto de las diez de la noche una pantalla que cubría el escenario indicó que era momento de arrancar y después de una introducción de proporciones épicas el trío abrió la gigantesca pista de baile con una imponente versión de “Greyhound”.

La noche prometía muchísimo, sonaban muy bien, los visuales eran impecables y todos los extras (lasers, lanzallamas, pirotecnia) hacían todo un espectáculo que parecía único. Sin embargo conforme las cosas avanzaban la magia se acababa y el limitado repertorio del grupo se convirtió en su propio defecto. A los cuarenta minutos de espectáculo quedaba claro que las pocas canciones originales de la banda no rendían para un concierto de casi dos horas, parecía que lo que escuchábamos constantemente era una copia de su propia “Greyhound” una y otra vez con toques o fragmentos de otras canciones. Después de cuarenta minutos de escuchar prácticamente las mismas secuencias, con los mismos beats, el concierto se volvía tedioso.

Quedó claro que ni siquiera la mayoría de los presentes sabían qué canción seguía. Cada que iniciaba una nueva melodía el público gritaba de emoción como si siguiera su favorita, pero en poco tiempo se notaba que no tenían idea de qué estaban escuchando. Parecía que estaban confundidos y que todo el tiempo estaban esperando uno de los éxitos de la banda, los cuales llegaron hasta el final. Sobra decirlo, dichos éxitos fueron el clímax del concierto, el coro de “Don’t Worry Child” y “Save The World” (la cual fue presentada con un discurso sobre los mayas y el fin del mundo) fue coreado a todo pulmón por cada uno de los presentes.

Era repetitivo y lleno de clichés pero eso no le importó a casi ninguno de los presentes que se entregaron completamente a la banda. En algún punto se apagaron las pantallas y uno de los tres DJs dijo “Are you ready to turn off your brain?”, orden que marcó el resto del concierto. A partir de ese momento el público se desenfrenó completamente, las gradas temblaron el triple, la fiesta se esparció como epidemia y una cantidad inimaginable de jóvenes adolescentes (tanto hombres como mujeres) comenzaron a desnudarse. Al final, el evento se había convertido en un verdadero culto al desenfreno y la cultura del YOLO (You only live once), uno en la que muchos estaban más preocupados de ser vistos o de ser los más atractivos que de cantar y bailar.

Muchos dirán que bailaron hasta el cansancio, lo cual es innegable, pero la realidad es que el trío se queda corto musicalmente hablando y al compararlo con otros DJs en la cima de la cultura del EDM (Skrillex, Deadmau5, David Guetta, etc.) queda claro que la Swedish House Mafia es una combinación de un puñado de éxitos y mucho hype. Mismo que supieron explotar, uniéndose y separándose en un periodo de 5 años.