A las ocho aparecieron los primeros fieles devotos en la entrada del Palacio de los Deportes, las expectativas eran altas, sobre todo porque México era el único destino de Radiohead en América Latina para promocionar A Moon Shaped Pool en su tour 2016.

Habían sido cuatro años de espera, ahora no era el Foro Sol sino el Palacio de los Deportes, un lugar más pequeño que desató la búsqueda de boletos en redes sociales y por ende, compras de pánico de hasta seis mil pesos por un ticket de pista en internet.

La fauna que sigue a Radiohead es diversa, hay desde el clavado, que es capaz de formarse dos días antes para obtener un pase —como ocurrió en 2009—, de ocasión o aquel que se anima a ir y a las seis rolas no se sabe ni una; también el villamelón que conoce algunas tonadas y mueve la cabeza como si fuera un experto en el tema —espera Creep todo el concierto— y los fieles seguidores, que saben las letras e identifican el primer guitarrazo de cada canción —son los que menos usan el móvil para grabar—.

El dueto de Seattle, Shabazz Palaces, cumplió, pero se quedaron cortos en comparación con los teloneros anteriores, los impresionantes “robots” alemanes de Kraftwerk en 2009 y Caribou en 2012.

¡Alucinante! “Burn The Witch” con visuales carmín y múltiples ángulos, emulaban un carrete de celuloide, iniciaba el filme llamado Radiohead… La espera había terminado y Daydreaming sonaba con sutiles tonadas de piano aunque con mal sonido por las condiciones del lugar.

“Ful Stop” es la nueva “Idioteque”, la descarga de potencia es similar pero con ritmos más complejos. “My Iron Lung”, “The National Anthem”, “All I Need” y “Pyramid Song” eran el preámbulo de un setlist oscuro.

“Muchas gracias”, decía un Thom Yorke seco, casi sin interactuar con los mas de 21 mil almas que acudieron al llamado.

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“Reckoner” y “Feral” hicieron estallar el jubilo de un par, ambos arrojaron sus vasos de chela hacia los que tenían lugar más adelante en la pista.

Una hermosa penumbra anegó el escenario, con menor producción visual que las dos ocasiones anteriores, “Nude” (Big Ideas) salía de la garganta de Yorke con un hermoso rasgueo del bajo de Colin Greenwood, un tema que ya es clásico.

La repetición, el eterno retorno de beats, “Everything In Its Right Place” e “Idioteque” sacaron los mejores pasos del vocalista, el piso del recinto retumbaba por los brincos, una combinación letal.

Un descanso, “Let Down” arrancó voces desgañitadas, voces que la entonaban desde 1997 cada vez que colocaban un casette o CD del Ok Computer.
Let Down (maravillosa), “Reckoner”, “Planet Telex” y “Weird Fishes” (Arpeggi) parecían un perfecto final.

Un escándalo desató la partida de la banda, el ruido era ensordecedor; “Fake Plastic Trees” apareció, por alguna razón, la banda inglesa se negó a tocarla desde 2010, pero decidieron romper la sequía en territorio chilango.

La sorpresa fue “Creep”, todos gritaron, todos corearon, nadie esperaba la canción más famosa para terminar un setlist no apto para villamelones, pero faltaron éxitos como “Karma Police”, “No Surprises”, “Paranoid Android”, “High And Dry” y no tocaron ninguna del album “Hail To The Thief”.

¿El segundo concierto de Radiohead será para los éxitos que faltaron ayer?

PD: En el setlist del 3 de octubre, “Creep” fue nombrada Silent Night —conocida en español como Noche de Paz—, un villancico y que tiene una versión muy curiosa en YouTube con Michael Bublé y “Thom Yorke”