Chilango

Antes de Paulette

Luis Ledesma.

Las velas se consumían mientras Mauricio la esperaba. Contador de profesión, los números quedaban registrados casi indeleblemente en su memoria. Él había llegado 40 minutos antes de la hora pactada y ella tenía ya diez minutos de retraso. La botella de agua mineral estaba por terminarse y la adrenalina aumentaba. Regordete, de mediana estatura y con grandes anteojos, su vida había pasado entre libros, escuelas particulares y trabajo. Aunque el dinero, los autos y la ropa de marca nunca le faltaron, las mujeres no eran su fuerte. Así que esa noche Mauricio miraba una y otra vez el reloj, que consumía los segundos: Lizette Farah era la primera cita a ciegas de su vida. En ese momento, Mauricio ignoraba que con esa mujer formaría una familia que diez años después sería el centro de un escándalo que sacudiría a los medios y a toda la sociedad mexicana.

Él deseaba que todo fuera perfecto. Repasó las anécdotas y halagos de los que echaría mano durante la cena. Cuando su amiga Paola Domínguez le dijo que Lizette aceptó tener una cita a ciegas con él, el encuentro adquirió relevancia y fue comentado entre sus amigos y familiares. A diez años de esa noche, los amigos de Mauricio aún recuerdan su emoción, y no titubean en mostrar su inicial desaprobación: «Los polos opuestos se atraen. Eso lo enloqueció, lo deslumbró».

Lizette era de buena familia. En aquella cena, la chica de sólo 25 años se mostró distinta a las pocas mujeres que habían sido presentadas a la familia Gebara Rahal como novias del mayor de cuatro hermanos: era divertida, inteligente, seductora.

Tres meses después, Mauricio tuvo claro que Lizette era la mujer con quien quería tener hijos y permanecer hasta que la muerte los separara. Ninguno de los dos contaba con que la muerte que los separaría sería la de su hija Paulette.