Ver a una banda como Kaiser Chiefs al menos una vez en la vida, es algo que debes hacer antes de morir. El argumento es que la energía que transmiten desde que suena el primer rif es para morirse.

Y no lo digo yo, sino las casi mil 500 personas que llegaron al Plaza Condesa a verlos, y no solo chilangos había por ahí, también uno que otro extranjero colado que hacía comentarios en su perfecto inglés.

20:00 en punto y los Kaiser Chiefs aparecieron en escena, directo a tocar, sin preámbulos y sin saludar. No hacía falta, dicen que el idioma universal es la música y sus fans lo entendieron a la perfección.

Sonaron ‘Never miss a beat’, ‘Everything Is Average Nowadays’y ‘The Factory’.Por fin un “muchas gracias” de Ricky Wilson, quien a partir de ese momento tomó confianza con el público y se desató la locura.

Tanto así que antes de finalizar‘Everyday I love you less and less’, Wilson salió corriendo del escenario y regresó con una escoba para limpiar el agua que segundos antes había tirado.

Después de eso se dedicó a explorar el espacio, sin interactuar mucho con el resto de la banda, aunque sí concentrándose en los asistentes, a los que les pedía palmas (no porque estuvieran dispersos sino para crear atmósfera en las canciones).

Y para acompañar ‘Coming Home’, ‘You Can Have It All’ y ‘Predict a Riot’, Wilson sacó una lata de cerveza, que abrió y tiró, así que una vez más tuvo que limpiar. La gente le aplaudió hasta eso, porque disfrutó del show, lleno de la energía que caracteriza sus canciones, así que imaginarán cómo retumbó el piso cuando ‘Ruby’ se confirmó desde sus primeros sonidos.

Para entonces la noche ya iba adelantada, quedaban algunos chistoretes por contar, una copa de vino que presumir y un condón a medio inflar que terminó sin poderse amarrar, así esRicky Wilson.

El resto del repertorio incluyó ‘The Angry Mob’, el encore y ‘Cannons’ y ‘Oh my God’ para despedir una noche en la que confirmamos que Kaiser Chiefs están de regreso.