Horacio Franco, Abraham Barrera, Adrián Oropeza y Aarón Cruz unen su talento para crear H3A, un disco innovador en el que mezclan lo mejor de sus estilos para dar vida a piezas que van desde lo más tradicional del jazz hasta los ritmos más experimentales.

Franco, reconocido por la crítica internacional como uno de los representantes más destacados la flauta de pico, se presentará con Barrera, Oropeza y Cruz el próximo 28 de junio en el Lunario del Auditorio Nacional.

¿Por qué hacer jazz?

Yo soy un intruso. Nunca me había atrevido a incursionar, es otro mundo. Hay un estigma en el que los músicos especializados en jazz no tocan clásico y viceversa. Me daba morbo tocar.

Un día nos reunimos para hacer un experimento y me salió muy fácil.

¿Qué necesitaste para dar este paso?

Tengo la facilidad de la improvisación. En la música barroca, en la cual soy especialista, es un must improvisar, así que nada más debes adecuar esta capacidad al jazz.

¿Qué fue lo más complicado?

Fue bastante fácil el proceso. Lo más difícil fue la estructura de las obras, pero una vez aprendida lo haces y ya.

No es que la música clásica sea rígida, al contrario. Pero en el jazz, tu capacidad recreativa y de improvisación es lo que le va a dar vida a la música y tú eres una suerte de compositor en el closet. La idea está, pero improvisas.

¿Cómo fue el acercamiento con 3A (Abraham, Adrián y Aarón)?

Fui a tocar a la universidad donde trabaja Adrián y se me ocurrió proponerle hacer una tocada. Yo ya había trabajado con Eugenio Toussaint y con Héctor Infanzón, desde hace mucho me provocaba deseo el poder hacer algo así. Fue entonces que nos juntamos con los demás.

¿Cómo fue el trabajo de composición?

Al juntarnos no me atrevía mucho, observé la estructura y noté que era súper accesible para mi. Al darme cuenta de eso, Abraham Barrera compuso las rolas. Finalmente, salió todo el producto.

El proyecto original estaba pensado para flauta dulce, piano, batería y contrabajo, pero la flauta es más a fin el clavecín que al piano. Se lo comenté a Adrián y le fascinó la idea. Hizo el disco así. Pusimos otra innovación al hacer el disco con flauta y piano, y flauta y clavecín. Quedó el producto muy mezclado, con una fusión de jazz con barroco por los simples instrumentos.

¿Cómo le ha ido con la crítica?

Les ha gustado mucho. La verdad es que la mayoría de los jazzistas no son puristas, son bastante abiertos. La mayoría de los músicos clásicos estamos en nuestro rollo.

¿Cuál fue el mayor reto a la hora de realizar este proyecto?

Es cuestión de atreverse, tener una apertura y poder situarte en mundos que son muy diferentes. En el jazz la línea de improvisación es algo a lo que te tienes que atrever. A muchos músicos en el conservatorio, desgraciadamente, no les enseñan esto.

¿Es salir de tu zona de confort?

Si, tienes que aprender cosas nuevas y estar abierto a ello. Yo siempre lo he sido, desde que empecé a hacer cosas con los Beatles y danzones, tengo dos discos: “Del Medioevo al Danzón” y “De Bach a los Beatles”. Hace dos años grabé un disco con dos indígenas de Chiapas que fue experimentar dentro de su música y me di cuenta que la capacidad de improvisación es fundamental para incursionar en mundos que no son tuyos.

¿Lo tuyo siempre han sido hacer este tipo de incursiones?

He tocado de ese tipo de músicas tradicionales con gente de Egipto, Tanzania, con flautistas hindúes y con músicos que tocan instrumentos como el ut y el katun.

Para mi, la música es un lenguaje universal que no debe tener estigmas ni etiquetas. Finalmente la música europea se llama clásica porque se aprendió a escribir y porque tiene toda una escuela que la sustenta, su arquitectura e ingeniería es la más desarrollada de todas, pero no quiere decir que sean más fáciles . Hay otros lenguajes que tienes que aprender y todo depende de tu oído y de la capacidad de adaptación.

¿Qué puede esperar la gente que asista al Lunario?

Vamos a tocar la integral del disco, la mayoría de las piezas. En el jazz cada vez que te sientas y tocas una pieza, empiezan los turnos de improvisación y es una cosa diferente. Cada quien se arranca como puede.Cada presentación es diferente. Es como un pecado en el jazz no hacerlo así.