Existen sentimientos encontrados con Jamiroquai. Su música se ubica sobre una delgada líneaque separa sus excelentes tracks llenos de jazz y funk con los más recientes, que parecen baladas románticas tirándole a ritmos disco/popperos.

Cuando se presentaron al mundo, en 1993, tenían letras ingeniosas y coherentes.Una imagen más divertida. Eran raros, pero en el buen sentido. Se poníanpenachos y cuernos de búfalo. Llamaron la atención de fresas y pachecos. Laimagen de la silueta de Jay con sus cuernos estaba en todas partes.

Con el paso del tiempo fueron perdiendo ese encanto pero, a pesar de todo, siguenmanteniendo fans, tantos como los que llenaron anoche laArena y la convirtieron en una fiesta enorme encuestión de segundos.

Aunque… sí hubo algunas cosas que dejaron deseandomás.

Todos íbamos preparados –con zapatos cómodos– para echarla bailada como se debe por el rumbo de Azcapotzalco. Salimos antes de lo habitual de nuestra casa u oficinapara llegar a tiempo, y aún así estuvimos atorados durante horas en el “hermoso” tráfico del D.F.

Cuando al fin llegamos, estábamos listos para cumplir con el únicorequisito que se pide al ir a un concierto de Jamiroquai: bailar.Desafortunadamente la banda nos dejó con un poco de ganas de eso.Nos hicieron falta los pasos de Jay Kay que tanto nos prenden en lapista, y que nos encanta ver. Nos quedó a deber grandesclásicos como: “You Give Me Something”, “Virtual Insanity” y “Supersonic”. Ypara acabarla… falló el audio.

Pero no todo fue malo. De abajo a arriba, el lugar estaba lleno. El públicorecibió a la banda con “Twenty One Zero”. Enseguida un must: “Alright”, en la que el público cantó con nostalgia. “LittleL” y “Canned Heat” nos levantaron, recordándonos aquella época dorada del
hombre búfalo.

Mientras cantamos los clásicos con los que sí cumplieron –“SpaceCowboy”, “Cosmic Girl” y una doble versión “Love Phoolosphy” (empezandocon beats downtempo y después la original), entre otros–, veíamos una pantallacon imágenes de planetas, estrellas, gráficos de sci-fi y a Jay piloteando unhelicóptero.

Entre clásicos y no tan clásicos, Jamiroquai nos llevó durante dos horas asu mundo cósmico, acompañado de funk, jazz y soul. Se despidieron con “White Knuckle Ride”, tema de su últimoálbum. Aplausos y gritos de parte del público, al parecer habían perdonado lasfallas.

Jay se mostró amable y agradecido. Se bajó del escenario unos minutos para ver más de cerca a sus fans y darle un beso a una afortunada (laenvidiamos). Al salir del lugar, se asomó por la ventana de su camioneta y se despidióde la gente que ya se encontraba afuera.

Aunque algunos le hayamos perdido la pista, otros estemos ahí desde el principioo seamos fans mas recientes, Jamiroquai tiene todo lo necesario para convertirun simple venue en un lugar espacial en donde no existe la gravedad.