Una película se presentó en el Teatro Metropólitan y el protagonista no fue quien interpretó al personaje principal del drama, sino un baterista, el que creó el ambiente de locura y misterio con notas de jazz. Antonio Sánchez demostró, la noche del miércoles, que Birdman es un agasajo tanto sonoro como visual.

El también compositor se situó a la esquina del escenario y desde ahí siguió la proyección de la película que dio su primer Oscar a Alejandro González Iñárritu como si fuera una partitura.

Durante las casi dos horas que dura el filme, el percusionista mexicano entró y salió de la pista principal para guiar con su música a Riggan Thomson (Michael Keaton), un hombre que intenta ganarse el respeto del público al dirigir una obra de teatro en Broadway.

Antonio Sánchez evidenció que una gran obra tiene códigos, y ayer descubrió el suyo: la batería y él son uno mismo, su talento va más allá de los premios obtenidos y del reconocimiento internacional. Trabaja con pasión, esfuerzo y perseverancia.

El teatro estaba lleno, tres mil personas se levantaron para aplaudir un talento #ALaMexicana, un hombre que por 15 minutos puede golpear platillos y tambores sin manifestar cansancio.

*El texto anterior no forma parte del contenido editorial de Chilango.