La relación entre Van Dyk y nuestro país no se limita al soundtrack de una película, hay algo especial entre el alemán y México. Puede venir una vez al año todos los años, y siempre se agota. Al día siguiente, en ocasiones hasta dos días después por lo largo de la fiesta, las personas que asisten a la presentación del DJ salen maravilladas y cuentan cómo fue una experiencia casi religiosa.

Uno puede ir a cualquier bazar, ya sea el de Lomas Verdes o el de Pericoapa y puede tener por seguro que alguno de los puestos tendrá el último disco de Van Dyk (probablemente en pirata) a todo volumen. Sus presentaciones, la popularidad del género en México, su estatus como el mejor DJ del planeta, todas son razones por las cuales Van Dyk podría ser tan querido en nuestro país, pero la verdad es que sólo se le ama por su música.

El público mexicano está loco por Van Dyk. La diferencia con muchas otras personalidades de la música, es que en el caso del alemán, la relación es mutua. El DJ también ama a México, no sólo colaboró en el soundtrack de una película mexicana, sino que decidió casarse con su esposa en Cancún. Además, en todas sus vistas se encarga de armar una fiesta de más de cinco horas que garantiza que la gente saldrá extasiada.

Si eso no es amor, entonces ya no sé que es.