Chilango

Tepito

 
La semana pasada fue tremendamente violenta, en menos de siete días tuvimos cuatro ejecuciones múltiples (en Ciudad Juárez, Tijuana, Tepic y el DF). Todas fueron lamentables, pero la de nuestra ciudad fue la que causó mayor interés, cuando menos en los medios de comunicación.
 
Siete jóvenes fueron asesinados en la madrugada del jueves 28 de octubre, afuera de una tienda localizada en Tepito, se presume que eran narcomenudistas, algunos tenían antecedentes penales y, pues, bueno, la realidad es que se encontraban en una de las zonas más peligrosas del Distrito Federal.
 
La relación de los asesinatos ocurridos en el Barrio Bravo con los otros fue casi inmediata; sin embargo, los ocurridos en Tijuana o Tepic estaban enmarcados en un contexto completamente diferente. Las autoridades del DF inmediatamente pidieron no relacionar las muertes de Tepito con las del resto del país.
 
La Comisión de Derechos Humanos del DF aseguró que este caso fue cometido por el crimen organizado. Y existe la posibilidad de que no esté directamente ligado a los otros asesinatos, pero lo que debería preocuparle al señor Marcelo Ebrard es que el crimen organizado ha empezado a cometer acciones más violentas dentro de la ciudad.
En este momento se habla de dos bandas, “Los Perros” y “Los Pelones”, se les tiene perfectamente ubicados en Tepito y se sabe a qué se dedican (entre sus gracias: renta de armas, asesinos a sueldo, venta de drogas). Incluso, el gobierno del DF tiene el nombre del presunto responsable: César o Francisco González Estrada, líder de un grupo de narcomenudistas.
¿Por qué el gobierno local –o federal– no reacciona e intenta disolver a esas bandas y capturar a sus miembros? Y no es una pregunta inocente, pues nos queda claro que la información que tienen es tremendamente específica: saben en qué calles se ubican, quiénes son sus líderes y a qué se dedican.
 
Los tienen tan bien ubicados que nos extraña que no hayan hecho nada. Es justo en este momento en que deberían reaccionar, si no quieren llegar a niveles de violencia extremos en la capital.

Paradójicamente, el DF –con todo y sus cristalazos, robos, corrupción, etc.– se había mantenido fuera de la violencia que se vive a nivel nacional, al menos hasta la semana pasada habíamos estado relativamente tranquilos.
 
Ahora queda ver si nuestro gobierno evita que llegue a nuestra ciudad la violencia e inseguridad que se vive en otras zonas del país. Porque a todos nos da miedo imaginar lo que pasaría si esto de verdad ocurre.