En una casa que está casi en la esquina de Gabriel Mancera y Pilares, en la del Valle, hay una casa que rigurosamente pone nacimiento cada año, y lo muestra en una vitrina a todos los transeúntes. Entre las mamás de la zona, peregrinar a esa casa es cosa de cada año: creen que así sus ateos hijos se volverán repentinamente a la religión. Nunca ha funcionado. Esa vitrina es sólo una muestra del afán que en esta ciudad tenemos por recuperar las tradiciones perdidas. Esa costumbre es la primera que deberíamos erradicar.
La tradición de tratar de rescatar las tradiciones
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