Chilango

El pambol nuestro de cada día

El coraz?n de nuestra miseria

El pambol nuestro de cada día:

El corazón de nuestra miseria

Por Cascarito

La final del futbol argentino pasó de noche por México. Si el domingo alguien vio deporte debió ser por la final  masculina de Wimbledon o por la excitante experiencia de atestiguar cómo el Tri sometía a la colosal Nicaragua. Me dieron unas ganas local de ir al Ángel.

Pero al mediodía, en Liniers, un barrio humilde del oeste de Buenos Aires, Vélez, el local, y Huracán, el histórico equipo del barrio Parque Patricios, se partían el alma en un partido con granizo como pelotas de golf, cráneos partidos, hachazos, invasión de cancha. La sangre fluyó, ardiente y a borbotones.

Vélez ganó, cerca del final, luego de que el arquero Gastón Monzón recibiera una plancha brutal en el muslo derecho que lo dejó tendido, sin opción de atajar el remate con que su equipo perdió el título.

Pero, para nuestro caso, el resultado es lo que menos importa. Lo propuesta es hacer un repaso de las alineaciones. Entre nombres desconocidos para los mexicanos, como Otamendi, Razzotti o Toranzo, había otros que sí nos son familiares: Fabían Cubero (ex Tigres), Hernán Rodrigo López (ex Pachuca y América), Sebastián Domínguez (ex América) y el DT Ángel Cappa (ex Atlante).

Veamos. Cubero, de Vélez, fue tan versátil durante el torneo que es imposible saber de qué jugó. Por momentos era un eficientísimo extremo, en otros contención, en los instantes de angustia un líbero. Hernán López resultó el líder de goleo del mismo equipo con 11 tantos. Sebastián Domínguez, también de Vélez, fue el líder de la defensa menos goleada del campeonato, con sólo 13 anotaciones en 19 partidos.

Lo de Cappa fue notable. El futbol de su equipo, Huracán, atrajo elogios a destajo, pues reivindicó lo que muchos desprecian en esta era de utilitarismo y vulgaridad: la certeza de que el futbol que busca alegría y espectáculo está más cerca del triunfo que el futbol que compone odas con los rechinidos de la especulación, la mezquindad y la medianía.

En conclusión: los equipos finalistas de Argentina tuvieron a tres jugadores y un técnico que a clubes mexicanos les costaron muchos millones de dólares, rindieron poco y salieron del país en silencio, sin que nadie se detuviera a reflexionar un instante por qué se iban.

Una hipótesis es aquella que apela al lugar común y la sandez, tan emparentadas con Televisa y TV Azteca: “esos argentinos vinieron a robar y claro, ya se fueron”. Otra, acaso más realista, es que esos jugadores hoy consolidados en una de las ligas internacionales más notables no hayan sido valorados en su paso por México, y que ante ese desprecio tácito, ese odio velado por el extranjero, nuestro futbol los desaprovechara. Ya sea porque iban a la banca, o porque el sistema de juego les robaba libertad o porque, como ocurría con Cappa, era de plano insultado con frases como “el técnico poeta, el técnico filósofo, el técnico del blablabla, el técnico que habla bonito pero que no gana nada”.

Al final, esas perlitas que llegan a nuestro torneo y se terminan yendo así, cómo si nada, son un boomerang que se clava en el corazón de nuestra miseria: la ignorancia.

PD: Para muestra, una elección: ganó el PRI.

Lo mejor del partido (video):

 

 

Las imágenes:

 

Cortesía de Medio Tiempo (EFE)