Chilango

De la iglesia, Ebrard y talibanes

La verdad ya no sabemos en qué round vamos en la pelea entre el jefe de gobierno del DF y la Iglesia católica de México. Todos recordamos el ancho directo que el cardenal Sandoval Íñiguez le aplicó al carnal Marcelo, cuando lo acusó de haber "maiceado" a los ministros de la SCJN.

El gobierno del DF y los asambleistas continuaron los dimes y diretes, levantaron una demanda y demostraron que a ellos les sobraban huevos (colocados en su debida caja de cartón).

Las autoridades del DF son “verdaderos talibanes laicistas”…

¿Después? Para no perder la prudencia que los caracteriza (sarcasmo) la Iglesia hizo una declaración que dio lugar a un nuevo embate editorial: las autoridades del DF son “verdaderos talibanes laicistas”…

Qué manera tan acertada de elegir las palabras. Digo, porque por más que le quieran arreglar, “talibán” sólo se puede usar en un único contexto, si aplicas la palabra fuera del ámbito del islam (Afganistán y Pakistán) entonces estás cayendo en unestereotipo..
 
¡Oh!, tal parece que la Iglesia sigue sin entender que debe medir sus palabras. Porque, vamos, si pretendemos vivir en una democracia y en una de las ciudades más grandes del mundo –donde hay diversidad de todo tipo– es mejor que vayamos cuidando lo que decimos y cómo lo decimos.
 
Todos tenemos derecho a opinar –sí– y a defender lo que creemos, pero siempre respetando las opiniones de los demás y nunca descalificándolas. La sociedad necesita y agradece que los ciudadanos tengamos opciones.
 
Y, afortunadamente para nosotros, en el DF hay políticas incluyentes que han abierto espacios para los homosexuales, brindado mayores oportunidades a las mujeres y que terminan rompiendo barreras sociales.

Entonces, la Iglesia católica debe reflexionar: quiénes iniciaron las agresiones.  A ver, ¿quiénes? En verdad les decimos, nadie les impide hablar; siempre y cuando lo hagan sin agredir.

Lo mismo va para Marcelo Ebrard y su equipo, quienes en lugar de defenderse se dedican a hacer tremendo escándalo mediático en el que nadie termina bien parado. Cálmense de una vez, recuerden que la “putiza” ya se la puso Alfonso Brito (Comunicación Social del DF) al columnista Andrés Lajous –dice él–.