A los chilangos les gusta presumir que viven en una de las ciudades del mundo donde hay más museos, muchos de los cuales, por cierto, se encuentran en inmuebles que no fueron levantados inicialmente para albergar un recinto de ese tipo.

Aunque en la CDMX hay museos como el de Universitario de Arte Contemporáneo, de Antropología o el Rufino Tamayo que fueron construidos pensando en la colección que ahí se presentaría, otros, como el Franz Mayer o el de Arte Popular, se instalaron aprovechando edificios que antes habían sido hospitales u oficinas de Gobierno. Vamos a ver la historia de cinco de ellos.

Museo Franz Mayer, hospital de prostitutas

El edificio donde hoy se encuentra el Museo Franz Mayer, localizado a un costado de la Alameda Central, data de los primeros años del Virreinato, por lo que técnicamente es uno de los más antiguos de la Ciudad de México.

Durante sus primeros años, fue la Casa del Peso de la Harina (nombrada así porque seguro esa era la actividad que se llevaba a cabo en ella), y en 1582 se convirtió en el Hospital de los Desamparados, el primer hospital de beneficencia de la ciudad. Por cierto, se dice que el impulsor de ese proyecto fue el primer médico graduado de la Real y Pontificia Universidad de México (la abuelita de la UNAM), el doctor Pedro López, con el fin de que ahí se recibieran a los enfermos que no eran admitidos en los hospitales manejados por los españoles.

A inicios del siglo 17, fue sede de la orden de San Juan de Dios que, además de convento, también lo uso como hospital; pero después de la Independencia, en 1820, los expulsaron y el Ayuntamiento de la ciudad lo empezó a manejar. En esos años fue cuartel militar, colegio de niñas, convento de monjas y sede de la Dirección de Sanidad.

También fue un Hospital General y, en 1865, el emperador Maximiliano creó ahí un instituto que se dedicaba a cuidar la salud de las prostitutas y a curar a las mujeres que habían contraído sífilis. Más tarde fue sede del Diario Oficial de la Federación, oficina de Correos y el Hospital de la Mujer.

En el siglo 20, a mediados de los 60, con la euforia artística y de cambios que trajeron a la Ciudad de México los Juegos Olímpicos, el lugar sirvió para exhibir una muestra de artesanías, la cual, inexplicablemente, se convirtió en un mercado, pero a inicios de los 80, el edificio le fue cedido al Fideicomiso Cultural Franz Maeyer que, tras arduos trabajos de remodelación, abrió el museo el 15 de julio de 1986.

Museo de Arte Popular, estación de bomberos

Este bello edificio Art Decó de la calle de Independencia se construyó en 1928 y fue encargado a los arquitectos Vicente Mendiola (el creador, entre otras cosas, de la fuente de la Diana Cazadora) y Guillermo Zárraga (uno de los formadores de arquitectos más importantes de inicios del siglo 20 y que, por cierto, después se convirtió en escritor de ciencia ficción) para ser la sede de la Policía y el Cuartel Central de Bomberos.

Durante años fue la estación de Bomberos del Centro Histórico (hasta Cantinflas filmó ahí “El Bombero Atómico”) y después sirvió para que se instalaran las oficinas de la Tesorería.

Ya en los 80, ahí era la sede de la Secretaría de Marina en la Ciudad de México, pero en el terremoto de 1985 el edificio resultó con daños graves, por lo que debió ser remodelado.

En 2006, tras varios trabajos, se abrió ahí el Museo de Arte Popular.

Monumento a la Revolución, Cámara de Diputados

Durante el Gobierno de Porfirio Díaz, se empezó la construcción del Palacio Legislativo, por lo que importantes arquitectos de la época presentaron propuestas para levantar el que iba a ser uno de los edificios más suntuosos de la Ciudad de México. Finalmente, la obra se le otorgó al francés Emile Bernard y la primera piedra se colocó el 23 de septiembre de 1910, es decir, unos días antes de que iniciara oficialmente la Revolución Mexicana.

Tras algunos avances, la obra fue suspendida varios años debido a los cambios políticos que vivió México, además de que, obviamente, se acabó el dinero. Años después se empezó a desmantelar, pero el arquitecto mexicano Carlos Obregón Santacilia (quien creó el Edificio Guardiola –el del Banco de México que se encuentra junto a la Casa de los Azulejos- y el Hotel Del Prado –que se destruyó en los terremotos de 1985), propuso que se aprovechara la cúpula central del edificio para crear un monumento a la recién terminada Revolución Mexicana.

Así, en 1938, se inauguró ese monumento que, desde 1986, alberga también el Museo Nacional de la Revolución Mexicana.

Castillo de Chapultepec, Residencia Oficial
En la base del cerro donde hoy se encuentra el Castillo de Chapultepec, dicen que se encontraba un palacio de Moctezuma, pero que cuando llegaron los españoles construyeron ahí otro gran palacio en el que llegaban virreyes y todo tipo de personales VIP de la época.

Pero tras un incidente que destruyó gran parte del lugar (dicen que fue una bomba), se tomó la decisión de construir otra gran residencia, pero ahora en la parte más alta del cerro. Así, en 1785, se empezaron las obras, encabezadas por un ingeniero que también era coronel, a quien se le acusaba de querer construir ahí una fortaleza para derrocar desde ahí a los españoles, pero nunca se supo si fue cierto, porque murió y la corona española decidió suspender las obras.

El edificio permaneció incompleto y abandonado hasta que en 1806 lo tomó el Ayuntamiento de la Ciudad de México, quien tampoco hizo nada ahí (bueno, sí hizo algo: evitó que lo vendieran, porque la Corona Española lo había puesto en venta… y si eso hubiera pasado, hoy quizá no existiría todo ese parque ni el castillo como lo conocemos, porque sería propiedad privada), hasta que en 1833 se decretó que se instalara ahí el Colegio Militar, el cual logró funcionar como tal hasta más de 10 años después.

En 1847, durante la Intervención Estadounidense (cuando nos invadieron los gringos, pues), se llevó a cabo ahí un gran ataque que se inmortalizó con la historia de “Los Niños Héroes” –no ahondaremos en el tema por ahora- y por ahí de 1864, cuando llegó a México el emperador Maximiliano y su esposa Carlota, decidieron que ese lugar era el ideal para establecer su residencia. En 1867 se registró la caída del imperio, le dieron las gracias a Maximiliano, y el lugar volvió a quedar abandonado.

La fisonomía que hasta entonces había adquirido el lugar era una mezcla de elegante residencia con un cuartel militar, por lo que técnicamente no es un castillo, sino una muy mexicana mezcla ecléctica de estilos y épocas.

Para 1876, se decidió que ahí se instalaría el “Observatorio Astronómico, Meteorológico y Magnético de México”, pero siete años después, se lo llevaron para Tacubaya (donde permanece hasta hoy) para que el castillo se convirtiera en la residencia presidencial.

Ahí vivieron diferentes presidentes de antes y después de la Revolución, como el mismísimo Porfirio Díaz, hasta Madero, Carranza, Obregón y Calles. El último Presidente que vivió ahí fue Abelardo Rodríguez, porque Lázaro Cárdenas decidió que era mejor idea construir otra residencia, y ordenó levantar lo que hoy es Los Pinos (cerquita de ahí).

En 1939, Cárdenas promulgó una ley que para crear en el Castillo de Chapultepec el Museo Nacional de Historia, el cual se abrió el 27 de septiembre de 1944.

Antiguo Colegio de San Ildefonso, la Prepa 1
A inicios del siglo 17, se creo el “Real y más Antiguo (sí, ese slogan era parte del nombre) Colegio de San Ildefonso” por parte de los jesuitas en la Ciudad de México, y durante la primera mitad del siglo 18 levantaron el edificio que hoy se encuentra en el Centro Histórico, a un costado del Templo Mayor, y que es una de las muestras arquitectónicas más importantes de la época que se conservan hasta la fecha.

Pero en 1767 expulsaron a los jesuitas, por lo que ese edificio fue utilizado como cuartel militar, oficina administrativa del gobierno virreinal y sede de algunas clases de la Escuela de Jurispridencia y de la Escuela de Medicina. En 1847, durante la Intervención Estadounidense, fue el cuartel de las fuerzas gringas… y en 1862, cuando se registró la Intervención Francesa, los galos lo usaron para el mismo fin.

En las épocas de Benito Juárez, se creó la Escuela Nacional Preparatoria y se estableció en ese edificio, en el que permaneció hasta 1978, no sin antes ver pasar a grandes personajes de la historia de México y vivir importantes pasajes históricos, como su incorporación en 1910 a la Universidad Nacional o la entrada del Ejército mediante un disparo de bazuca durante el Movimiento Estudiantil de 1968.

Permaneció varios años olvidado (principalmente porque el Templo Mayor robó la atención durante un par de sexenios) hasta que en 1991 Carlos Salinas de Gortari decidió remodelarlo para que recibiera la magna exposición “México, Esplendor de 30 Siglos” que se montó en 1992 en el marco de los festejos de los 500 años del descubrimiento de América.

Desde entonces, funciona ahí el Museo del Antiguo Colegio de San Ildefonso, que no sólo es operado por la UNAM, sino también por el Gobierno Federal y el Gobierno de la Ciudad de México.

¿Qué otra historia de edificios de museos chilangos conoces?

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