Lo más probable es que al salir del subsuelo te hayas convertido en todo un Gordon Pym, y que tu percepción de la realidad se haya acoplado con gusto a este universo surreal que lleva por nombre Distrito Federal.
Y lo que pasa es que un día entero a través de todas las líneas del metro trae consigo interesantes consecuencias, tales como:
a) La inminente desaparición del tiempo y del espacio.
b) El descubrimiento de lugares y objetos totalmente inverosímiles, pero absolutamente reales.
c) La convivencia con seres que ni siquiera tu imaginación sospechaba que existían.
d) Y la pregunta obligada: “¿Dónde diablos estoy y por qué rayos no tomé el mapa que me ofreció la señorita de la taquilla a regañadientes?
Vale la pena comenzar esta travesía con toda la actitud de un Sal Paradise en “On the road”, y pensar que en este viaje conocerás al amor de tu vida, o que repentinamente te verás en medio de la oscuridad porque se fue la luz del tren, y cuando regresó, ya no había nadie a tu lado y estabas en una dimensión totalmente extraña y desconocida… incluso puede ser que te esperes al final del día, y cuando cierre el metro descubras aquellos pasadizos que llevan a estaciones abandonadas y ocultas, que guardan interesantes secretos.
Nunca se sabe cuál será el final de “una travesía en metro”, pero si un día estas parado en un andén y un vagón vacío aparece ante ti con un viejito con sombrero y bastón dormido en el suelo, di: “¿por qué no?”; al fin, viajar hasta el fin del mundo cuesta tres pesos, igual vale la pena intentarlo.